Los osos pardos son una de las especies emblemáticas de la Cordillera Cantábrica que ha sido duramente castigada por el fuego de los recientes incendios que asolaron la zona. Según la Fundación Oso Pardo, aparentemente no habría ninguna víctima entre estos grandes mamíferos, porque son hábiles a la hora de huir de este tipo de fenómenos.
Pero lo que sí se verá afectado es su estilo de vida, puesto que su hábitat natural donde están sus rediles, espacios de alimentación y lugares de hibernación han sido profundamente alterados por el fuego, por lo que seguramente alguna hembra con crías busque lugares donde vea mayores posibilidades de sacarlas adelante que un bosque calcinado.
¿Osos pardos a salvo?
La Fundación Oso Pardo (FOP) sigue con mucha preocupación los incendios que estos días afectan a la cordillera Cantábrica y advierte de que se han calcinado «áreas críticas» para ésta y otras especies, si bien confía en que no haya ningún plantígrado fallecido por el fuego. Se han quemado «extensiones muy amplias de áreas de interés» para los osos, tanto de refugio e hibernación como de alimentación. «Es extenso el impacto, lo evaluaremos cuando termine esta pesadilla», explica Palomero
Desde la Fundación Oso Pardo confían en que los incendios no hayan provocado la muerte de ningún ejemplar, porque es una especie «con mucha capacidad para huir» de amenazas como el fuego. «Creemos que no habrá habido mortalidad asociada o que, en todo caso, será muy testimonial», apunta el presidente de la FOP.
En España, la población cantábrica de oso pardo se estima en unos 370 ejemplares, según el último censo elaborado en 2020 por las autonomías (Cantabria, Asturias, Castilla y León y Galicia) en las que habita la especie, que ha conseguido pasar de estar en peligro crítico de extinción al siguiente nivel (peligro de extinción), y que ahora avanza hacia la categoría de vulnerable.
Osos monitorizados
Al haberse quemado tanta superficie de interés para estos omnívoros en la cordillera Cantábrica, una zona muy rica en árboles frutales, no se descarta que los osos se vean obligados a moverse de sus áreas habituales de influencia.
Por ejemplo, explica, puede que las hembras con crías busquen territorios con «suficiente calidad» para sacar adelante a sus camadas en las proximidades de lo quemado, donde «seguirá habiendo hábitats de calidad». Las osas, indica Palomero, se mueven por superficies menores que los grandes machos.
Esos posibles desplazamientos se van a poder analizar, ya que la Fundación Oso Pardo, en colaboración con la Junta de Castilla y León y el Principado de Asturias, tiene geolocalizados varios ejemplares que, aprovechando cuando se acercan a los núcleos de población, son marcados con collares emisores u otros mecanismos de seguimiento.
Por ello, en las próximas semanas se verá cómo están reaccionando a los incendios y a «esta pérdida de hábitat tan importante». «Es pronto para decirlo, lo vamos a evaluar enseguida, pero es importante la pérdida de hábitat y, sin duda, eso va a condicionar los movimientos de los osos», incide el presidente de la FOP.
Tiene que haber un equilibrio entre extinción y prevención
Guillermo Palomero llama a asumir que incendios graves como los que han padecido varias comunidades autónomas en los últimos días van a ser cada vez más recurrentes, debido al despoblamiento rural y al cambio climático. La presencia cada vez menor de las personas en estos entornos, el aumento de la vegetación, las altas temperaturas y la sequía se convierten en «una tormenta perfecta» para el fuego, lamenta.
«Que nadie dude de que se van a repetir los incendios», avisa, antes de pedir una mayor coordinación y que los equipos de extinción, a los que elogia, estén «mejor dotados y más tiempo contratados», porque «será un dinero muy bien empleado». En su opinión, lo que hay que hacer es trabajar en la prevención, que cuenta con «mucha menor» inversión pública que la extinción.
Según el presidente de la Fundación Oso Pardo, todo el mundo está de acuerdo en que hace falta más prevención para que la cordillera Cantábrica sea «más resistente y resiliente» a estos incendios, «muy difíciles de apagar. Se invierte mucho en extinción, eso es bueno y habrá que invertir más, pero muy poco en prevención y esto habrá que equilibrarlo», sostiene.
Oír a los que ‘están en el terreno’
Palomero ofrece la colaboración de la FOP, que trabaja sobre el terreno con alcaldes, agricultores, ganaderos, cazadores o empresas de gestión forestal y de turismo de naturaleza, para conocer las propuestas más adecuadas para prevenir los incendios.
«Ese conjunto de propuestas y de medidas, más otras que extraigamos de otros ámbitos, es el que pondremos encima de la mesa de los gestores del medio natural, tanto autonómicos como del Gobierno central, para que se active la prevención», apostilla.
Estos eventos de incendios se van a repetir, porque los promoverán las olas de calor, el abandono rural y el calentamiento global y hay que estar preparados para que no vuelva a suceder una tragedia como esta. Hace falta previsión, gestión forestal responsable y escuchar a quienes están dentro de los bosques. EFE / ECOticias.com