La sequía es un fenómeno climático que provoca una reducción significativa en la disponibilidad de agua en un determinado ecosistema, afectando de manera profunda la salud y el crecimiento de los árboles. Cuando el suelo carece de humedad suficiente, las raíces de los árboles enfrentan dificultades para absorber el agua necesaria para sus procesos vitales, lo que limita su desarrollo y provoca un debilitamiento general en su estructura.
Resultado que ha quedado patente en un trabajo científico en el que han colaborado profesionales del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y la Universidad Pública de Navarra (UPNA). El impacto de la sequía en los árboles no solo se refleja en su crecimiento físico, sino también en su capacidad reproductiva con muchas menos semillas.
Árboles que crecen menos debido a la ausencia de lluvias y la sequía
Comprender cómo las sequías impactan sobre el vigor del arbolado es crucial para prever la dinámica futura de los bosques. El trabajo que ha llevado a cabo un equipo de investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y la Universidad Pública de Navarra (UPNA), arroja nueva luz sobre esta cuestión. El trabajo desarrollado y las conclusiones alcanzadas han sido publicado recientemente en la revista científica Forest Ecosystems.
Tras estudiar tres de las variables más importantes en la dinámica de los bosques (cuánto crecen, cuántas hojas verdes presentan y cuántas semillas o frutos producen) en cinco especies comunes de árboles en diferentes regiones de España, los investigadores concluyen que la sequía frena sobre todo el crecimiento de los árboles, mientras que su verdor y su capacidad para producir semillas no se ven tan afectados. Los resultados obtenidos pueden ayudar a decidir cómo gestionar mejor los bosques y protegerlos en un futuro cada vez más seco.
Los estudios que se realizan sobre cómo las sequías afectan a los bosques se suelen centrar en el crecimiento, la producción de semillas y frutos, o el verdor (capacidad fotosintética). Frecuentemente analizan uno solo de estos factores, siendo escasos los estudios que incluyen a más de uno de ellos. Sin embargo, es de gran interés estudiar conjuntamente estos factores de forma que se puedan analizar las relaciones entre ellos, y esto es precisamente lo que ha hecho este equipo de científicos.
Los árboles protagonistas de este estudio
La investigación ha analizado cinco especies de árboles representativas de diferentes condiciones climáticas en España (abeto, pino silvestre, haya, encina y pino piñonero). El equipo examinó el verdor del dosel (a partir de imágenes satelitales), el crecimiento radial de los árboles (los anillos de crecimiento) y la producción de semillas y frutos, para analizar cómo cada uno de ellos respondía a la sequía.
Los resultados muestran que la sequía restringe el crecimiento radial de los árboles más que su verdor o la producción de semillas y piñas. La sequía incluso estimuló la producción de semillas y piñas en las especies de los sitios más húmedos (abeto, haya y pino silvestre), mientras que tuvo el efecto opuesto (reducción en la producción de semillas) en las especies de sitios más áridos (encina, pino piñonero).
Resiliencia ante un clima cada vez más seco
El estudio también revela que, en general, ninguna de los factores analizados (crecimiento, verdor y reproducción) determinó el comportamiento de los otros. Aunque se observó cierta relación entre estos factores, los resultados muestran que estas interacciones están mediadas por el clima. Es decir, las temperaturas y las precipitaciones afectaron por igual (o de forma opuesta) tanto al crecimiento como al verdor o a la reproducción.
Los hallazgos conseguidos son fundamentales para comprender cómo los bosques españoles pueden adaptarse a un clima cada vez más seco. Aunque la sequía puede actuar como una señal para una mayor producción de semillas, esta puede comprometer múltiples procesos vitales, lo que podría tener implicaciones a largo plazo para la persistencia y regeneración de estas especies forestales, especialmente en las zonas más áridas.
“Nuestro trabajo subraya la necesidad de evaluaciones más completas de las respuestas de los bosques a la variabilidad climática y la escasez de agua, integrando múltiples factores relacionados con el vigor de los árboles, para mejorar las previsiones de la dinámica post-sequía y para la gestión forestal en un escenario de aumento de las temperaturas”, concluyen los investigadores.