Los periquitos son originarios de Australia y pertenecen a la familia de los loros. Estos pájaros habladores de plumaje colorido y pico curvo son unas de las mascotas favoritas en Europa y en América, donde se les conoce como ‘cotorritas australianas’.
El periquito en su hábitat natural tiene un plumaje verdoso que le sirve como camuflaje de posibles depredadores. Sin embargo, sus semejantes domésticos pueden encontrarse en varios colores. A través de la cría se consiguieron periquitos de plumaje azul, amarillo o blanco, pero todos se caracterizan por poseer líneas horizontales onduladas que van desde la cabeza hasta las alas.
En su país de origen, Australia, los periquitos viven en bandadas de hasta 2000 pájaros. No es de extrañar que esta ave social, incluso en cautiverio, prefiera estar acompañada. Su repertorio de sonidos y su lenguaje corporal son extraordinarios.
El periquito: modelo de estudio en trastornos de comunicación
El ser humano no es la única especie capaz de hablar y vocalizar. Los periquitos también tienen capacidades vocales y pueden imitar sonidos del entorno, incluido el habla humana. Ahora, un estudio liderado por el Hospital Langone, dependiente de la Universidad de Nueva York, ha revelado que estas aves y los humanos utilizan mecanismos cerebrales similares para producir sonidos complejos.
El trabajo, publicado en la revista Nature, demuestra que los periquitos pueden ser modelos clave para estudiar trastornos de la comunicación en humanos, como los que pueden ocurrir tras un ictus.
“Descubrimos que hay una representación de los sonidos vocales en la parte del cerebro de los periquitos que es análoga a un centro clave de producción del habla en los humanos. Se trata de la primera especie no humana en la que se ha observado un ‘mapa motor vocal’ de este tipo, explica Michael Long, uno de los líderes del estudio.
Espectro de vocalizaciones
Los periquitos utilizan el núcleo central del arcopallium anterior, una región del cerebro del ave que conecta con la siringe (el órgano vocal aviar) a través del tronco encefálico, lo que permite la producción de una gama diversa de vocalizaciones.
“En el periquito, las células cerebrales individuales codifican los distintos sonidos producidos por el ave, incluido el tono vocal. En otras palabras, existe una similitud entre el cerebro del periquito y un piano, en el que diferentes teclas conducen a diferentes notas” continúa el investigador.
“Hemos descubierto un teclado vocal; ahora nos gustaría entender cómo se toca. Tanto para los humanos como para estas aves, el sonido correcto debe producirse en el contexto correcto, y comprender cómo funciona es fundamental para combatir los efectos de trastornos cerebrales”, concluye Long.