Además, la organización aseguró que los habitantes de otras zonas de Europa del Este que se encuentran en situaciones de riesgo por diques denuncian que no se ha hecho nada por acabar con los peligros que suponen estas balsas para sus poblaciones.
El 4 de octubre de 2010 más de un millón de metros cúbicos de agua con óxido de aluminio inundaron las localidades húngaras de Kolontar, Devecser y Somlovasarhely, donde murieron diez personas y otras 100 resultaron heridas. El vertido provocó la contaminación de campos y bosques y llegó hasta los ríos Marcal y Torna, afluentes del Danubio.
WWF informó este miércoles de que unos 300 edificios se han demolido en la zona y que todavía se puede ver el impacto del vertido en la región, con calle vacías y el líquido rojo en algunas partes de la zona.
«Muchas personas vinieron aquí y prometieron muchas cosas, pero no hemos visto nada. El vertido destruyó nuestros mejores campos y no podemos vivir», aseguró un hombre de la región.
Según el alcalde de Devecser, Tamas Toldi, se está limpiando el vertido y el suelo con la retirada de 5.000 metros cúbicos transportados cada día hasta los embalses. Sin embargo, al haber falta de fondos, sólo se realizará una limpieza parcial del suelo.
Para revitalizar la zona, se ha planificado la construcción de una planta de biomasa, aunque los habitantes esperan la llegada de nuevos inversores. La vida animal se ha visto completamente devastada, y el fondo de los ríos Marcal y Torna sigue estando rojo.
El director general de WWF en Hungría, Gábor Figeczky, aseguró que se había cambiado la legislación para que estas balsas pasaran a formar parte de la legislación de edificios, mucho más estricta, y que los inspectores de minas fueran los responsables de los controles de desperdicios, en vez de las autoridades locales, que no tienen capacidad o conocimiento para hacerlo.
«Aunque no se han tomado otras medidas para prevenir que ocurran otros desastres similares», aseguró.
RIESGOS EN LA REGIÓN
Andreas Neckman, director del Programa para el Danubio y los Cárpatos de WWF, aseguró que «seis meses después del peor desastre medioambiental de Hungría, no podemos estar seguros de la amenaza que suponen decenas, sino cientos, de sitios similares por la región».
«WWF hace un llamamiento a la Comisión Europea y a los gobiernos nacionales para que lleven a cabo una investigación total de los sitios en riesgo al igual que de la legislación para asegurarse de que este desastre no vuelva a ocurrir», pidió.
Neckman explicó que existen unas 20 balsas de productos tóxicos en Bulgaria y que se siguen quemando metales pesados, lo que supone «una amenaza significativa para la salud humana y la naturaleza».
Los expertos aseguran que se debe aprobar una legislación para controlar las balsas de la región. «Nuestra sociedad espera que las instalaciones que se usan todavía se exploten correctamente y que se lleven a cabo los procedimientos de seguridad. En la realidad, esto no se produce», aseguró Daniel Popov, experto de la Red Bankwatch en Bulgaria.
El eurodiputado griego Michalis Tremopoulos, el único parlamentario verde de los Balcanes, aseguró que la situación está empeorando en vez de mejorando y que el Parlamento Europeo debe aprobar las recomendaciones de la Comisión contra el uso de cianuro en las actividades de minería.
ECOticias.com – ep