Ha pasado más de una década desde que el gobierno de Rita Barberá se unió voluntariamente a la Carta de Aalborg, un programa tutelado por la Unión Europea cuyo fin es la creación de estrategias y acciones para frenar la contaminación. Desde 1998, las cuatro fases del compromiso, esto es, la Agenda 21, la auditoria medioambiental, el plan de acción y los consejos de participación, siguen siendo solo buenas intenciones. También la reducción de la contaminación lumínica, prometida en 2001, o el plan para mejorar la calidad del aire. Además, el trabajo del departamento de Cambio Climático, dirigido por María Ángels Ramón-Llin, se centra en la organización y asistencia de la concejal a conferencias, sin que hasta ahora, con la mitad del mandato cumplido, haya presentado un plan específico de medidas en la administración local. Acció Ecologista-Agró critica la inacción del PP y le exige a Ramón-Llin hechos concretos y no una «política escaparate».
Al montón de deberes que al Consistorio le quedan por hacer, el pasado 11 de febrero la alcaldesa le añadió uno más. Es el Pacto de los Alcaldes, una iniciativa europea que pretende reducir los gases de efecto invernadero más allá de las exigencias de Bruselas. El nuevo compromiso de la alcaldesa implica obligaciones, entre ellas, la reducción en un 20% de las emisiones de CO2 a través de un plan de acción de energía sostenible. Según Ramón-Llin, dicho plan, como todos los pendientes, está en fase de elaboración y en apenas un mes se harán públicos los datos. «Estimamos que nos dará tiempo», afirma. Si en febrero de 2010 no está entregado, Valencia será expulsada de este foro.
La calidad del aire es un problema al que Valencia, como otras grandes ciudades, no escapa. A las continuas quejas de los socialistas porque se sobrepasan los niveles máximos permitidos para ciertos contaminantes, hace apenas un mes se sumó otra llegada de la Comisión Europea. Ésta advierte de que envió una carta a las autoridades españolas para que le informen sobre la polución en la ciudad. Para solucionarla, y cumpliendo de nuevo con la normativa comunitaria, antes de que finalice el año el Ayuntamiento debe enviar a Bruselas un diagnóstico de la situación. Según el PP, el estudio está en marcha. «No negamos que Valencia tenga mucha contaminación, pero nos esforzamos para mejorarlo», admitió el Consistorio. Planes aparte, una de las medidas en la que Barberá sí ha puesto énfasis ha sido en la flota de autobuses de la EMT, ya que desde septiembre todos sus vehículos funcionan con combustibles ecológicos
El ruido es otro de los problemas ligados al medio ambiente y la calidad de vida sostenible que sigue generando conflictos entre Ayuntamiento y vecinos. Ante las constantes denuncias vecinales y por exigencia de las directivas europeas, el Consistorio elaboró un mapa del ruido, pero aún no lo ha traducido en planes de actuación concretos, como exige la ley. El retraso es de año y medio. «Estamos fuera de plazo porque hemos añadido medidas, pero siempre hay unos años de margen», afirman en la concejalía de Medio Ambiente, que dirige Lourdes Bernal.
Desde la oposición, la concejal socialista Carmen del Río tacha los compromisos de Barberá de «propaganda» y «retórica» y afirma que la década de retraso en la puesta en marcha de las medidas no es más que una falta de compromiso serio. «El medio ambiente no se protege con declaraciones, sino con acciones», afirma…