Según las cifras, publicadas por The Guardian, podríamos sostener que un lavado manual de los platos -haciendo un uso correcto del agua- resultaría mucho mejor que utilizar el lavavajillas.
Sobre todo porque en el lavado manual suele usarse un calentador de gas (con un 90% de aprovechamiento de la energía del gas) y en los lavavajillas se utiliza electricidad para calentar el agua (más ineficiente por las pérdidas producidas durante la generación y el transporte).
Sin embargo, atendiendo a las evidencias recopiladas en este estudio (Reino Unido), muy poca gente haría un uso correcto del agua caliente cuando friega los platos a mano. Si dejas el grifo abierto -como la mayoría hace- mientras lavas los platos, la huella ecológica se dispara en relación con el uso de un lavavajillas.
Incluso lavando los platos a mano y haciendo un uso cuidadoso del agua caliente, se pierde en higiene (dejamos en los platos 400 veces más bacterias que en el lavavajillas) y en tiempo (cargar el lavaplatos cuesta 4 veces menos que lavarlos a mano).
En general, se podría decir que el lavavajillas sale ganando cuando su usa completamente lleno y con los ciclos o programas adecuados. Esto resulta cierto incluso cuando se incluye la huella dejada en la fabricación del propio lavavajillas (algo que siempre hay que hacer), y que suele estimarse en 130g por ciclo para una máquina de última generación que funcione 10 años.
Del consumo de agua y detergente no hay cifras ya que resultan despreciables comparadas con el impacto medio ambiental que supone calentar el agua.
La conclusión es que si estabas dudando entre comprar o no un lavavajillas, no dudes más y cómpralo; y si ya estás usando uno, no te sientas culpable. Para maximizar los beneficios elige cuidadosamente el modelo, fijándote en su etiquetado energético. Si tienes la posibilidad, usa uno bitérmico (que tenga una entrada de agua caliente), recuerda que calentar el agua con gas o mediante energía solar, siempre resulta más barato y mejor para el medio ambiente que usar la electricidad.
Utilízalo cuando esté completamente lleno. Usa el programa economizador siempre que sea posible (tarda más tiempo en lavar pero consume menos energía para calentar el agua). Procura ponerlo por la noche, cuando hay menos consumo en la red y así podrás evitar que se construyan nuevas plantas térmicas.
