China está nuevamente en el centro de la escena. Se ha generado una alerta mundial tras descubrirse que trabaja en algo extraño, pero que podría cambiar radicalmente el curso de las cosas. Está cultivando un alimento modificado genéticamente.
Lo hace para mitigar la contaminación, un mal que acecha al planeta desde hace años. La huella de carbono está presente en varias de las actividades que realizamos diariamente, entre ellas diversas prácticas implementadas en el sector de la agricultura.
Pese que a los avances implementados en la producción mundial de alimentos subieron radicalmente la productividad agrícola, dichos procesos desembocaron en consecuencias no deseadas. Algunas de las modificaciones introducidas en el sector han sido el ingreso de fertilizantes químicos y pesticidas, la mecanización, el riego a gran escala, la cría selectiva y la modificación genética.
Algunas de estas acciones se vieron como una oportunidad en primera instancia, pero la industrialización y la intensificación de la agricultura han contribuido a una importante pérdida de biodiversidad, acotación de la salud del suelo y contaminación del agua. Asimismo, se han detectado diversas fuentes de emisiones de metano en sistemas alimentarios y agrícolas.
China y Suecia unen fuerzas para modificar este alimento genéticamente
Bajo este marco, un equipo de científicos suecos y chinos de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (SLU) han desarrollado una nueva variedad de arroz que difunde un 70% menos de metano. Usaron sistemas convencionales de cría cruzada para elaborar este arroz modificado.
Combinaron especies de elevado rendimiento con otras que difunden menos cantidades de metano. El resultado fue un nuevo arroz que acota las emisiones de metano hasta un 70%. Una fórmula llamativa que inevitablemente nos recuerda al intento de Europa de reducir el cambio climático ocasionado por el cultivo de arroz.
Los expertos suecos y chinos hicieron una comparación con dos variedades de arroz: SUSIBA2, una modificada genéticamente que desprende poco metano, y Nipponbare, una clase tradicional con emisiones promedio. Relevaron que el secreto radica en dos compuestos.
Por un lado, el fumarato, una sustancia que contribuye a la producción de metano al otorgar alimento a microorganismos metanogénicos y, por otro el etanol. El etanol se trata de un compuesto que inhibe la generación de metano, aminorando las funciones de los microorganismos mencionados.
Para alcanzar un arroz capaz de combinar bajas emisiones de metano y un elevado rendimiento, los científicos utilizaron métodos tradicionales de selección. Se cruzó la variedad Heijing5 (bajas emisiones naturales) con otra de alto rendimiento.
Tras 5 generaciones de selección, consiguieron una nueva que conserva el crecimiento productivo con una fuerte disminución de metano.
Resultados del nuevo arroz obtenido en China
Para valorar el alcance del proyecto, se hicieron pruebas de campo en China. Esta nueva variedad de arroz obtuvo un rendimiento medio de 9 toneladas por hectárea, superior al promedio chino de 7 toneladas por hectárea.
Al mismo tiempo, acotó las emisiones de metano un 70% respecto a las variedades tradicionales. El próximo paso es registrar y comercializar este tipo de arroz en China y otras zonas del mundo, garantizando su implementación en el sector agrícola.
Sumado a esto, los investigadores trabajan con compañías de fertilizantes para analizar la introducción de oxantel, un elemento que neutraliza la descomposición del fumarato, consolidando la disminución de emisiones de metano.
Proyección de esta nueva tecnología
La elaboración de nuevas variedades de arroz con una discreta huella de carbono es un paso esencial para alcanzar la ansiada agricultura sostenible.
Sus ventajas abarcan la baja de gases de efecto invernadero, una mayor productividad, menor dependencia de tecnologías transgénicas y el mantenimiento de ecosistemas acuáticos. Este cultivo modificado genéticamente muestra cómo la innovación puede originar soluciones prácticas y escalables para hacer frente al cambio climático.
China y Suecia han sido cruciales en este avance, que ya ha disparado la alerta mundial. En paralelo, el mundo sigue recordando el adelanto de los investigadores de Extremadura que propusieron el cultivo de arroz sin inundar la Tierra.