Ballesteros vio en esta nueva tecnología una infinidad de posibilidades. Imaginó cómo facilitaría la personalización de la terapia para pacientes con leucemia, al permitir al médico introducir la muestra de sangre
Joan Ballesteros creó en San Diego la exitosa empresa de biotecnología Novasite Pharmaceuticals. La empresa convirtió una tecnología conocida y validada para el análisis de muestras de sangre, la citometría de flujo, en un sistema totalmente automatizado. De golpe, una máquina que hasta el momento podía procesar algunas docenas de muestras preparadas manualmente al día se transformó en un instrumento capaz de procesar miles de muestras de forma automática.
Ballesteros vio en esta nueva tecnología una infinidad de posibilidades. Imaginó cómo facilitaría la personalización de la terapia para pacientes con leucemia, al permitir al médico introducir la muestra de sangre del paciente en el instrumento y analizar la respuesta a miles de opciones terapéuticas contra la leucemia, usando fármacos en monoterapia o en combinación a diferentes concentraciones. Esto para él era tan solo el principio.
Pero para sacar el máximo provecho de sus ideas sabía que debía dar un paso que podía sorprender a sus colegas del área de San Diego, considerado uno de los centros mundiales de la biotecnología: debía volver a España.
“Les dije a los inversores que debíamos empezar a hacer cribados de fármacos conocidos en muestras de pacientes, a lo que me respondieron que malgastaría su dinero”, comenta Ballesteros. “Si estoy equivocado y no funciona, perderán dinero, y si estoy en lo cierto y tenemos éxito, tendremos que hacer frente a tantas demandas judiciales que también perderemos dinero”.
En opinión de Ballesteros el problema reside en el sistema jurídico de Estados Unidos, donde predomina la cultura de emprender con facilidad acciones legales ante los tribunales. Así, si una empresa privada firmara acuerdos con los pacientes de un hospital para usar sus muestras en pos de la investigación de tratamientos para enfermedades, y a partir de ello la empresa ganara dinero, los pacientes podrían reclamar ante los tribunales un porcentaje de los beneficios.
Por esta razón, en Estados Unidos, las compañías biotecnológicas no trabajan con muestras frescas de pacientes, sólo lo hacen las instituciones públicas como el Instituto Nacional de Salud (NIH, National Institutes of Health) o los hospitales públicos y las universidades. “Pero aun así, incluso ha habido casos de demandas contra el NIH”, comenta Ballesteros. Explica que en Europa, si los pacientes han sido plenamente informados y han firmado una hoja de consentimiento de acuerdo con los principios legales y éticos (que son básicamente los mismos que en EE.UU.), el sistema jurídico no les permitiría llevar el caso ante un tribunal. “Un factor diferencial clave entre EE.UU. y Europa, y especialmente España, es el acceso a muestras humanas frescas”, explica.
Ballesteros dejó su primera compañía en San Diego y trajo a parte de su equipo a España, donde en 2007 fundó, con su hermano Andrés, una nueva compañía llamada Vivia Biotech.
Vivia Biotech colabora con hospitales que disponen de muestras de sangre y medula ósea de pacientes con leucemia, y de sus correspondientes hojas de consentimiento firmadas. Ballesteros afirma que el sistema que han desarrollado puede ensayar miles de combinaciones de los menos de una docena de fármacos aprobados para la leucemia. “Ya estamos observando diferencias tremendas” en la forma en que diferentes pacientes de cáncer responden a diversas combinaciones de fármacos, comenta. En teoría, en el futuro un médico podrá mandar a analizar la sangre del paciente y en 24 horas tener una respuesta sobre el mejor tratamiento a seguir.
“Lo que durante años han estado haciendo los médicos es probar los medicamentos uno por uno”, afirma Ballesteros, y añade que “simplemente, estamos cambiando la escala”.
Pero Ballesteros no se para aquí, sino que está especialmente animado ante la perspectiva de utilizar la tecnología desarrollada para descubrir nuevos fármacos en la lucha contra el cáncer, a partir de fármacos ya existentes aprobados para el tratamiento de enfermedades no relacionadas.