Hasta que la energía inalámbrica no sea una realidad, la Internet de las Cosas (IO) no podrá alcanzar su potencial. Y por «energía inalámbrica» nos referimos a aquella que prescinde de los cables de alimentación y de contacto. Se asemeja al Wi-Fi en la ubicuidad, la seguridad y el rango.
En esencia, hay un conflicto entre la proliferación de la IO y nuestra capacidad para alimentarla. En las siguientes cinco áreas de innovación, la energía inalámbrica podría permitir que docenas de proyectos alcancen un nivel de viabilidad que hasta ahora es imposible.
En casa
Comencemos haciéndonos esta pregunta: ¿Cuántos de los dispositivos que tenemos en nuestros hogares requieren de energía? Para ello solo debemos tener en cuenta todos aquellos que deben se “enchufados”, olvidémonos de los que se alimentan por pilas o baterías (a menos que sean recargables).
No te sorprendas con la cifra. En cada casa hay al menos un centenar de ellos (incluyendo desde los sensores de seguridad hasta un simple ratón para el PC). A modo de comparación, en la década de 1970 como mucho teníamos un frigo, una radio, una lavadora y alguno más.
Y lo preocupante es que esta cifra va camino de aumentar, ya que tenemos la costumbre de comprar aparatos que luego no usamos. ¿Quién no tiene entre sus muchas adquisiciones o regalos, máquinas que quizá ni estrenamos, pero que “había que tener” en su momento? Seguramente poseemos muchos objetos de este tipo que juntan polvo en algún rincón de nuestros armarios.
Esa es una buena noticia para las empresas que fabrican las regletas de enchufes con protección contra sobretensiones. Pero para los innovadores de la Internet de las Cosas esto es un gran inconveniente, ya que los consumidores no tienen interés en interconectar 200 aparatos, a menos que puedan hacerlo de forma inalámbrica, con un esfuerzo cero.
En la industria
En una fábrica moderna la pérdida de poder de un solo sensor puede hacer que la planta tenga que cerrar sus puertas y dejar de producir, o sea, de ganar dinero. Actualmente, las fábricas alimentar miles de sensores con cables, pero esto tiene dos deficiencias.
En primer lugar, los sensores que se emplean a nivel industrial tienen un costo relativamente accesible, pero en general el cableado necesario para conectarlo requiere una erogación bastante más importante. Por lo tanto, la instalación y configuración de los sensores implica un gasto considerable.
En segundo lugar, este tipo de sensores no tiene posibilidades de recarga, por lo que, si el cable tiene una avería, el sensor falla y aunque estos se consideran «inalámbricos”, esa función es solo para transmitir información o para monitorear, el equipamiento para conectarlo a la red eléctrica sigue siendo imprescindible.
La energía inalámbrica podría reducir los costos de forma significativa y daría la posibilidad (por ejemplo) de tener dos sensores, con uno de “seguridad” por cada instalación, para asegurarse que nada pueda fallar; eso implica tranquilidad, seguridad y ganancias para la empresa.
Venta al por menor
En los supermercados los precios de los productos que se exhiben en las góndolas se cambian “a mano”. En las pocas tiendas que utilizan etiquetas de precios digitales, éstos sólo se pueden modificar una o dos veces al día durante un determinado período de tiempo, antes de que la batería se agote (y otra vez, los cables no serían prácticos).
La energía inalámbrica solucionaría el problema. Las etiquetas de precios de la Internet de las Cosas podrían cambiar automáticamente y el personal no tendría necesidad de reemplazar las baterías constantemente. Además, si las etiquetas se alimentaran de forma inalámbrica, los dueños de los locales tendrían más opciones de uso: ofertas, anuncios personalizados y un largo etc.
La salud
Los hospitales podrían ofrecer a los médicos opciones que les permitan cambiar el estetoscopio y el termómetro convencionales por otros más sofisticados y precisos. Un estetoscopio “inteligente” sería capaz de detectar mucho más que el oído humano y tales dispositivos pueden transferir automáticamente las lecturas a los registros de pacientes.
Pero, si los dispositivos médicos de la IO pueden quedarse sin baterías, su uso es limitado. Las instituciones de salud no pueden arriesgarse a dejar a su personal sin el equipamiento adecuado a la hora de atender a los pacientes. La energía inalámbrica podría eliminar ese riesgo.
Ropa y accesorios
Muchos creadores están pensando en crear ropa, accesorios, complementos y una larga lista más, de objetos que podrían integrarse en la Internet de las Cosas, pero por ahora todos estos elementos dependen de un cable y de un acumulador interno de energía.
Si se lograse imponer la energía inalámbrica este tipo de innovaciones serían no solamente accesibles y prácticas, sino especialmente funcionales. Pero por ahora esta es una limitación que coarta el desarrollo de cientos de buenas ideas de muchos creadores.
Cortar los cables
Si hay un punto de inflexión para la adopción masiva de la IO, no vamos a llegar a él sin una energía inalámbrica que funcione tan fácilmente como el Wi-Fi. La innovación en IO seguirá siendo una quimera hasta que logremos cortar hasta el último cable eléctrico.