La deficiencia de folato (vitamina B9) es una preocupación nutricional que afecta a diversos grupos poblacionales en el área mediterránea, pese a la asociación de la región con el saludable patrón de Dieta Mediterránea.
Estudios realizados en España demuestran que sólo alrededor del 30 % de las mujeres embarazadas alcanzan la ingesta adecuada de folato. En un estudio en Andalucía se detectó que el 22,6 % de los hombres y el 23,5 % de las mujeres adultos tenían ingestas por debajo de dos tercios de la recomendación para folato.
La dieta mediterránea se caracteriza por un elevado consumo de frutas, verduras de hoja verde, legumbres, cereales integrales y aceite de oliva, lo que teóricamente facilita el aporte de folato. Sin embargo, la adherencia real a este patrón dietético ha disminuido en algunas zonas, lo que puede contribuir a que no se alcancen los niveles óptimos de micronutrientes como el folato.
Deficiencia de folato: no basta con seguir solo una dieta mediterránea
El folato, también llamado vitamina B9, es un micronutriente esencial que se obtiene a partir de la ingesta de verduras de hoja verde, legumbres, frutas y algunos frutos secos.
Dentro del organismo juega un papel fundamental en la síntesis del material genético, en la división celular, en el desarrollo cognitivo y en el desarrollo del feto durante el embarazo.
La deficiencia de folato (vitamina B9) es una preocupación nutricional que afecta a diversos grupos poblacionales en el área mediterránea
Es por ello que la OMS recomienda a las mujeres embarazadas —o que planifiquen un embarazo— complementar su alimentación con ácido fólico, la forma de la vitamina contenida en suplementos, para reducir significativamente el riesgo de malformaciones fetales graves, entre otros.
A finales de la década de los 90, ante evidencias de una deficiencia de folato sistémica en la población, países como Estados Unidos y Canadá implementaron la fortificación obligatoria de alimentos básicos —como harina o cereales— con ácido fólico.
Aunque desde entonces más de 60 países en todo el mundo han implementado medidas similares, los de la región europea, en general, no han hecho. En el campo de la nutrición siempre ha persistido el convencimiento de que, gracias a una dieta rica y equilibrada, la población mediterránea tenía acceso suficiente a esta vitamina.
¿Qué cantidad de ácido fólico es imprescindible?
Más recientemente, el Gobierno del Reino Unido, que empezará a fortificar masivamente la harina a partir de 2026, ha reabierto el debate en Europa: ¿una buena dieta es suficiente para garantizar suficiente folato en el organismo? ¿Es necesaria una fortificación masiva en la región mediterránea?
Para dar respuesta a estas preguntas, un equipo investigador de la Universidad Rovira i Virgili ha estudiado la adherencia a la dieta mediterránea y la presencia de folato en el organismo en la población general de la provincia de Tarragona.
Para ello, han analizado datos sobre los hábitos dietéticos de 740 personas, recogidos entre 1998 y 2002, y complementados con un reconocimiento de salud general y analíticas para reflejar el nivel de folato y otras vitaminas en la sangre.
Michelle Murphy, investigadora del Departamento de Ciencias Médicas Básicas de la URV, explica que los hábitos de consumo alimentario eran, en aquel momento, más representativos de la dieta mediterránea que los de hoy en día y, por tanto, más relevantes en este contexto.
Baja adherencia a la dieta mediterránea: menos folato
Los resultados revelaron que, contrariamente a la creencia popular, sólo una pequeña parte de la muestra —un 17,5%—, seguía una dieta mediterránea rigurosa.
Aun así, un 15% de estas personas no ingerían suficiente folato según los baremos establecidos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y el 8,5% no llegaba a los requerimientos de folato en sangre establecidos por la OMS.
En el caso de las personas con una baja adherencia a la dieta mediterránea, las deficiencias de folato se disparan: un 71% no recibía suficiente a través de la ingesta y se detectaron deficiencias en sangre en más de una cuarta parte de los casos. Más allá de eso, el estudio también ha identificado una falta en otras vitaminas de gran importancia como la B6, imprescindible para el desarrollo del sistema nervioso y el sistema inmunitario.
En definitiva, existe una relación entre llevar una dieta mediterránea, rica y equilibrada, y una ingesta y unos niveles en sangre de folato adecuados, en la mayoría de los casos. Pero esto también significa que adherirse a esta dieta no garantiza necesariamente tener unos buenos niveles de folato en el organismo.
Sin embargo, la presencia de esta vitamina en sangre cae drásticamente en aquellos individuos que no siguen una dieta mediterránea estricta que, en realidad, son mayoría en la muestra —un 82,5%. La mayoría de la población es vulnerable a sufrir deficiencias de folato y otras vitaminas esenciales.
Abrir la puerta a la fortificación generalizada
Desde el laboratorio, ya hace tiempo que Murphy reivindica la importancia de las campañas de comunicación para sensibilizar a la población en la necesidad de la suplementación en madres gestantes, especialmente en folato y vitamina B12.
Los resultados de este estudio, sin embargo, van más allá y apuntan a posibles deficiencias de folato sistémicas en la población mediterránea. Ante un escenario como este, el equipo investigador pone de relieve que es necesario, como mínimo, abrir el debate de la fortificación generalizada de alimentos básicos como, por ejemplo, la harina.
En el caso de las personas con una baja adherencia a la dieta mediterránea, las deficiencias de folato se disparan
Estamos hablando de una medida de salud pública que puede evitar complicaciones graves en el desarrollo del feto con consecuencias para la salud a lo largo de la vida, como la espina bífida; a priori, parece coherente intentar evitar que esto ocurra», razonan.
No obstante, también remarcan que para considerar una medida como esta hay que disponer de más datos sobre la dieta y la asimilación de vitaminas en la población, y eso significa hacer más investigación.
«Hay que recalcar que, a estas alturas, no podemos recomendar inequívocamente este tipo de medidas; lo que ponemos sobre la mesa es que hay que estudiar el fenómeno más a fondo y abrir el debate al entorno científico y político», puntualiza Murphy.
Además, también consideran esenciales las políticas para mejorar la dieta de la población, fomentando el consumo de alimentos frescos y variados.
En conclusión, aunque la dieta mediterránea posee los fundamentos para garantizar un buen aporte de folato, no es suficiente per se, dado que muchos individuos no siguen completamente el patrón, y existen retos específicos que reducen el nivel de ingesta real.
Es importante reforzar la educación nutricional, aumentar la adherencia a dietas ricas en folato, considerar la suplementación en grupos de riesgo (como mujeres en edad fértil o embarazadas) y promover políticas de salud pública que aborden esta deficiencia. Seguir leyendo en: ECOticias.com
















