En Reino Unido, los reclusos pasan más tiempo al aire libre que el 75% de los niños y niñas. En España, el 82% de los que tienen de 0 a 12 años juega al aire libre menos del tiempo recomendado por los expertos, algo sumamente perjudicial para su salud y desarrollo.
El “déficit de naturaleza”, sumado al estrés con el que viven muchos niños y al uso excesivo de las pantallas, tienen efectos nocivos en la infancia. Por ejemplo, pasar demasiadas horas en un cuarto con luz artificial deriva en problemas de visión o un menor desarrollo del sistema inmunológico.
Además, muchos científicos aseguran que si tenemos el cerebro tan desarrollado es gracias al juego, ese instinto que nos lleva a experimentar y aprender y que en espacios verdes tiene mayor es posibilidades de practicarse.
Los niñas y niños necesitan espacios verdes y abiertos
El 82 por ciento de los niños no puede jugar en espacios abiertos al menos una hora al día como recomiendan los expertos, porque se lo impide el diseño de las calles, la falta de parques o la contaminación. En el Día Internacional del Juego, la Plataforma de Infancia ha lanzado la campaña ‘Jugar a nuestro aire’ con la que reivindica el cumplimiento del derecho al juego, a un medio ambiente saludable y a la salud.
Recuerda que existe un amplio consenso científico sobre los beneficios y la importancia del derecho al juego, al ocio y al tiempo libre. En concreto, se recomienda a los niños jugar al menos una hora al día en espacios abiertos de la naturaleza.
«En España el 82 % no lo hace, esta situación se debe a la falta de espacios habilitados para el juego que sean lugares con naturaleza, saludables, seguros y sin contaminación», explica Ricardo Ibarra, director de la Plataforma de Infancia. Para las entidades de infancia, es necesario poner en marcha políticas «que garanticen el derecho al juego, al medio ambiente y a la salud de las niñas, niños y adolescentes«.
Lo recoge el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño y en concreto, la Observación General 17 señala que el descanso y el esparcimiento son tan importantes para su desarrollo como la nutrición, la vivienda, la salud o la educación. «El juego desarrolla la creatividad, la imaginación y la confianza en uno mismo, así como aptitudes físicas, sociales, cognitivas y emocionales«, añade Ibarra.
Sin embargo, las calles no están diseñadas para que los menores puedan jugar. «En las ciudades, el 70 % del espacio urbano está destinado al tráfico de coches y el resto a los peatones». Respecto a la contaminación, en Madrid y Barcelona, el 46 % de los centros educativos de infantil y primaria superan los límites de contaminación permitida, según la plataforma, que recuerda que incide en la aparición de enfermedades como asma, dolencias cardiovasculares o infecciones respiratorias.
«Necesitamos transformar las calles, reducir las calzadas de hormigón y aumentar los espacios verdes para que las niñas, niños y adolescentes puedan jugar a su aire cumpliendo con lo establecido en la Observación General 26 de Naciones Unidas sobre los derechos de la infancia y el medio ambiente, con especial atención al cambio climático», concluye Ibarra. EFE / ECOticias.com