Montse Escutia es ingeniera agrónoma especializada en Gestión del Medio Ambiente y Agricultura Ecológica. También es coordinadora del Departamento Técnico y de Formación de la ONG Vida Sana, entidad declarada de utilidad pública que se dedica al fomento de la agricultura ecológica y el consumo responsable y organizadora de la feria estatal Biocultura. Es miembro del consejo de redacción de la edición en español de la revista The Ecologist y es concejala de Políticas Ambientales, Sostenibilidad y Participación de Castelló dEmpúries. Entre otras publicaciones, ha escrito el libro El huerto escolar ecológico (editorial Graó, 2009), que pretende fomentar el huerto ecológico como herramienta pedagógica, y también ha impulsado la creación de la maleta pedagógica del huerto en casa, disponible en los centros de recursos pedagógicos.
¿Qué enseña, fundamentalmente, el huerto a los alumnos?
Es una herramienta para ver que no todo puede ser tan inmediato. Estamos inmersos en una sociedad apresurada y hay el peligro que ello inunde las aulas. Las habas, tomates, coles, cebollas, fresas, tienen un crecimiento pausado, armonioso, por eso son tan buenas y nos aportan tantos nutrientes. No es bueno acelerar este proceso. También fomenta el respeto, ya que nos damos cuenta de que todo el mundo es importante y tiene su papel.
¿Cree que esta filosofía se ha contagiado en los centros educativos?
La respuesta es muy clara: sí, ¡y mucho! Un ejemplo es la ciudad de Girona. A través del proyecto Huerto y Cultura, actualmente ya son 20 los centros que tienen huerto, cada uno a su manera: móviles, pequeños, en terrazas, con invernadero, etc. También hay muchas actividades alrededor del huerto: alimentación sana y de proximidad, venta de productos una vez al año en el mercado municipal, un concurso de ensaladas, etc. Incluso hay un grupo de adolescentes del Aula Abierta del IES Narcís Xifra de Girona que están manteniendo un huerto en una guardería.
Por tanto, el huerto ha vuelto con fuerza y con vocación intergeneracional…
En el caso de estos chicos y chicas con problemas, el contacto con el huerto y con los niños más pequeños les está ayudando a tomar un compromiso y a responsabilizarse del material y las tareas, haciendo una actividad cívica. En otros casos, los abuelos toman parte del mantenimiento del huerto escolar y se ocupan de él durante los fines de semana o en verano. La horticultura escolar empieza a involucrar a toda la comunidad. Así como también lo está haciendo la horticultura urbana, que se está implantando en todas partes a través de huertos comunitarios, balcones, terrazas, etc.
¿Considera que entre los abuelos y los alumnos ha habido una pérdida de información?
Este salto ha sido más bien una ruptura. Nuestros abuelos tenían diariamente una relación directa con la tierra, pero hubo un momento en que alguien consideró que eso no era moderno. A nivel de producción agrícola, esta ruptura con las tradiciones ha sido aún mayor, utilizando métodos agresivos como los fitosanitarios o los abonos químicos, etc. Es lo que se llamó Revolución Verde, que comenzó a mediados del siglo XX y que se industrializó el campo e implantó el monocultivo, con el empobrecimiento de variedades que ello ha supuesto. Se estima que sólo en Indonesia se han perdido 1.500 variedades en 15 años.
Y después llegaron los transgénicos…
Los transgénicos no solucionarán el hambre en el mundo. La solución no es aumentar la producción, sino cómo nos organizamos globalmente. La naturaleza ya nos da los alimentos y el principal peligro de los transgénicos es que si nos equivocamos será muy difícil volver atrás. Creo que deberíamos aplicar al máximo el principio de precaución.
¿De dónde surgió la idea de hacer un libro sobre huertos escolares?
Hace unos tres años, la editorial Graó me pidió coordinar un monográfico sobre la horticultura en los centros educativos para la revista Guix, que se dirige a las escuelas catalanas. Mi tarea consistió en elaborar un artículo introductorio y coordinar los artículos que mostraban experiencias que se estaban llevando a cabo en los centros. Ese especial tuvo muy buena aceptación y Graó me propuso una colaboración estable. En cada número hacíamos una página con una ficha práctica y este fue el origen del libro, que se fue cocinando paso a paso.
¿Qué encontramos de especial en el libro ‘El huerto escolar ecológico’?
Hasta ahora había mucha bibliografía técnica sobre cómo hacer un huerto y algunos dossieres de trabajo con actividades, pero la propuesta innovadora del libro es mezclar literatura y actividades para todas las edades. Es una guía para saber cómo dinamizar el trabajo de los alumnos en el huerto e incluye muchos recursos, bibliografía y páginas web. Tiene el doble objetivo de apoyar a los centros docentes que ya tienen huerto escolar, así como animar a los que no lo tienen a comenzar uno. Para los contenidos he contado con el asesoramiento del equipo técnico de la Asociación Rodajoc, formada por maestros y pedagogos con un amplio historial de trabajo en la escuela.
Dice que quisiera que el huerto ecológico fuese la fuente de inspiración de cuentos…
Sí, puede ser la fuente de inspiración de artistas y poetas, la despensa de los gourmets más exigentes, el gimnasio de los deportistas mediáticos con aparatos tan sofisticados como la azada, el rastrillo, o la biblioteca del gran saber de la humanidad. Todo esto está recogido en el libro.
¿Qué debe tener un huerto escolar para que sea un éxito?
Aunque he escrito doce principios (fácil, ecológico, que excite la curiosidad, etc.) Creo que lo más importante es que nos divirtamos. Sólo así todo el mundo podrá sacarle el máximo provecho y tendrá el éxito asegurado. Si el huerto se convierte en un problema para alguno de los actores está condenado al fracaso y pasa a ser, como mucho, un elemento decorativo del patio de la escuela.
Recientemente también ha presentado una maleta pedagógica relacionada con el huerto, ¿qué sorpresas hay dentro?
Este mes de enero presentamos la maleta «del huerto en casa», que incluye juegos, fichas y utensilios para trabajar la tierra en las escuelas y se enmarca en el Plan de acción de desarrollo de la agricultura ecológica, impulsado por varios departamentos de la Generalidad de Cataluña. Es una herramienta de consulta y se han editado 300 unidades, que se han repartido los Centros de recursos, centros de naturaleza, el Departamento de Agricultura, Alimentación y Acción Rural y algunos ayuntamientos. El próximo paso es traducirla al español y hacerla llegar a otras comunidades autónomas
Hemos hablado mucho de huerto escolar… Por curiosidad, ¿tiene usted un huerto en casa?
Sí, vivo en Castelló d’Empúries (Girona) en una casa con jardín y tengo un huerto con árboles frutales. Aunque soy de ciudad, de Barcelona, desde siempre me ha atraído la tierra. De pequeña pedía a mi padre que comprara fresas, me gustaba cuidarlas y ver cómo crecían.
Con lo que hemos comentado, deduzco que su alimentación debe ser ecológica y de proximidad, ¿verdad?
Sí, he contactado con unos campesinos del Empordà y cada semana me traen una cesta con frutas y verduras. Cuando me falta algún alimento fresco lo compro en el Ecomercat quincenal que se hace en Castelló. La carne la compro en lotes a un productor de la Garrotxa y el resto de cosas las compro en tiendas de productos ecológicos.
¿Y le gusta estar en la cocina?
Me encanta cocinar y, es más, me ayuda a eliminar el estrés. Me gusta abrir la nevera, coger todas las verduras que encuentro y hacer una sopa, ensayar con los gustos. O cocinar pasta, o hacer pasteles, que a los niños les encantan.
*Montse Escutia presentó el libro El huerto escolar ecológico y la maleta pedagógica del huerto en casa en la jornada Huertos ecológicos escolares en Girona, celebrada el pasado 17 de marzo y donde se dieron a conocer las diferentes experiencias que se están llevando a cabo en esta ciudad. El centro de recursos La Caseta de la Devesa ha puesto en marcha un espacio web que es una muestra de los huertos ecológicos escolares de Girona. Más información: http://www.girona.cat/caseta/horts/mostrahorts.html