En el año 2000, un grupo de voluntarios de la localidad inglesa de Gartang se unieron para introducir productos de comercio justo en diferentes espacios de la ciudad. Colegios, empresas, tiendas, cafeterías, incluso el ayuntamiento, fueron sus objetivos. El esfuerzo les valió el reconocimiento como primera ciudad justa del mundo, un título que, desde entonces, han conseguido más de 450 localidades. En España, tan sólo un municipio ostenta este reconocimiento: Córdoba. Pero no es el único que lo persigue. Otras 30 ciudades y una universidad, la de Jaén, han dado los pasos necesarios para ello.
El Parlamento Europeo aprobó en julio de 2006 una resolución sobre Comercio justo y desarrollo. En ella, pedía a la Comisión Europea que favoreciera esta práctica con directrices para la compra de productos de comercio justo y animaba a las autoridades públicas a integrar estos criterios en sus licitaciones y compras. La Comisión tomó el testigo con la puesta en marcha del programa «Ciudades Europeas por el Comercio Justo» y, hoy en día, más de 450 localidades ostentan este título.
Una ciudad justa es aquella que acerca los productos de comercio justo a la ciudadanía. En España, la iniciativa europea está coordinada por IDEAS (Iniciativas de Economía Alternativa y Solidaria) a través del programa Ciudad Justa. Su misión es asesorar a las diferentes localidades, facilitarles los materiales necesarios para desarrollar el proyecto y entregar el título a aquellas que cumplen los criterios.
Obtener la acreditación
La pretensión es que las ciudades justas se conviertan en un modelo que merezca la pena imitar. Para ello, primero han de obtener el título que lo acredite, tras cumplir cinco requisitos:
- Votar una resolución favorable al comercio justo.
- Ofrecer estos productos en locales de hostelería y tiendas.
- Crear grupos de trabajo locales que coordinen el programa.
- Sensibilizar a la ciudadanía.
- Lograr el compromiso del sector privado y las organizaciones para que introduzcan estos productos en su consumo interno.
En total, el proceso para recibir el título puede durar hasta dos años. En este tiempo, se anima a los comercios a contar con un porcentaje de productos de comercio justo, se proponen estrategias con materiales promocionales de consumo responsable y se apoyan campañas de información. Pequeños cambios, como instalar una máquina de café justo en el lugar de trabajo o incorporar catering de este tipo en congresos, acercan a la acreditación.
En el ámbito educativo, los colegios, institutos o universidades también pueden aportar. «Hay muchas maneras de apoyar el comercio justo desde la comunidad educativa», subraya IDEAS. Las actividades que se lleven a cabo en este terreno deben ir encaminadas a aumentar el conocimiento de los estudiantes «facilitando una educación en el consumo responsable» o «incluyendo productos de comercio justo en la cafetería y máquinas de vending del centro», recalca la entidad coordinadora del programa.
AZUCENA GARCÍA – www.consumer.es – EROSKI