El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y 13 empresas del sector, la mayor parte de la región, colaboran en un proyecto para el desarrollo de nuevas variedades de guisante “con propiedades de interés para el agricultor que no están en el mercado”, como son la tolerancia a los valores invernales y a la bacteriosis, explica a DiCYT Constantino Caminero, investigador del Departamento de Producción Vegetal del Itacyl.
El consorcio, materializado en un convenio, ha enviado al registro cuatro nuevas variedades de guisante en los últimos tres años.
La iniciativa surge del interés de las propias casas comerciales y las cooperativas agrícolas de agilizar el traslado de nuevas variedades “desde el mundo científico al campo”. “Muchas veces se avanza pero la investigación no se transfiere, por lo que las empresas decidieron implicarse en los planes de mejora e involucrarse también financiando”, detalla el investigador, quien añade que estas entidades participan activamente además informando sobre los problemas y necesidades que tienen y en la parte de ensayos.
En cuanto al por qué del trabajo con guisante, el experto relata que, en Europa, históricamente es un cultivo poco extendido y la dependencia del exterior era excesiva. Por ello, la Unión Europea ha tratado de fomentar su producción entre los agricultores a través de diversas ayudas, de modo que la superficie cultivada ha crecido notablemente en los últimos años. De forma paralela a este crecimiento, las enfermedades que afectan a las leguminosas han pasado de ser casi inapreciables a constituir un verdadero un problema para la rentabilidad de las explotaciones agrarias.
“Este hecho, unido al desconocimiento entre todos los agentes implicados incluidos los investigadores, ha originado una serie de problemas de forma que todas las bondades agronómicas que se presuponían al guisante, aunque son ciertas, no se han traducido en buenos rendimientos”, insiste.
La bacteriosis, principal problema
Una de las principales líneas de trabajo de la Sección de Producción Vegetal y Agronomía es la mejora genética de especies de leguminosas, en concreto del guisante proteaginoso, ya que “dentro de las leguminosas grano es posiblemente la más sembrada”. En los últimos años han trabajado en la identificación de las bacterias que producen daños en el guisante. Además del patovar pisi, la raza de bacterias que más problemas causa al cultivo a nivel mundial, los científicos han descubierto que otros, como el patovar syringae, están ocasionando problemas en la región.
Tal y como precisa Caminero, hoy en día el principal problema del cultivo en la región es la bacteriosis. Asimismo, existen otros inconvenientes relacionados con ella, como que “alguna de estas enfermedades son transmisibles por semilla, de forma que cuando aparecen algunos focos de bacteriosis si la semilla procedente de esas parcelas se siembra en otras se extiende el problema”. Ante esta situación, como indica, la medida más lógica sería modificar la fecha de siembra, ya que en otras condiciones el desarrollo de la bacteria es más difícil. “Cuando sembramos en invierno, octubre-diciembre, el cultivo se enfrenta a las heladas que producen microheridas en las plantas y se introduce la bacteria. Así, lo lógico sería cultivar en primavera, pero en esas fechas es muy difícil que se alcancen los umbrales de rendimiento mínimos para que el cultivo sea rentable”, apunta.
Por ello, se han centrado en obtener nuevas variedades que combinen la tolerancia a bacteriosis y heladas. “Nuestro trabajo es encontrar genes de resistencia a estos patovares. Cada una de las bacterias está estructurada en razas o tiene distintos niveles de patogénesis, con lo cual el sistema de resistencia o tolorancia es tremendamente amplio”, concluye Caminero. Aparte del trabajo en el laboratorio, los investigadores realizan una importante labor de campo para comprobar la resistencia “real” y los rendimientos del cultivo. Las cuatro variedades desarrolladas hasta el momento serán gestionadas y explotadas por las entidades que conforman el convenio.