La idea del encuentro surgió del proyecto Pla Buits, concretamente de la coordinadora del proyecto de Font de La Guatlla. La intención ha sido crear un evento anual que sea el punto de encuentro de las entidades, colectivos y personas que están interesados y hacen actividades en este ámbito.
La agricultura urbana no es una novedad pero sí lo es que se celebre este 1er Encuentro de agricultura urbana de Barcelona. ¿Por qué surge esta iniciativa y con qué finalidad?
La idea del encuentro surgió del proyecto Pla Buits, concretamente de la coordinadora del proyecto de Font de La Guatlla. La intención ha sido crear un evento anual que sea el punto de encuentro de las entidades, colectivos y personas que están interesados y hacen actividades en este ámbito. En el encuentro hay actividades de mucha calidad y si mantenemos el apoyo de los participantes y de las instituciones seguro que repetiremos.
¿Podría mencionar tres buenos argumentos para apoyar la agricultura urbana?
Lo más importante es que la agricultura urbana mejora la ciudad. Los proyectos de agricultura urbana aportan valores que la ciudad necesita mucho: son lugares de socialización, de contacto con la naturaleza, de aprendizaje, de reciclaje de residuos orgánicos, de mejora de la biodiversidad. Evidentemente la agricultura urbana tiene algunas limitaciones, pero para la ciudad es muy importante que haya proyectos de este tipo que tengan un impacto significativo.
El mundo urbano ha vivido en el último siglo de espaldas al mundo rural y ahora se empieza a entender que se debe tener en cuenta el mundo agrícola como parte del sistema de la ciudad. La agricultura urbana hace de bandera de esta necesidad de considerar la ciudad y el campo como un sistema y prever la relación urbano-rural debería formar parte de las planificaciones de los urbanistas.
Finalmente podríamos mencionar que la agricultura urbana es una tendencia a nivel mundial. Hay numerosos ejemplos de ciudades que están haciendo actividades y promoviendo proyectos de huertos o granjas urbanas: Nueva York, Toronto, La Habana, Viena, Detroit, Londres, Rosario, y muchos otros. Vale la pena no quedarse atrás y inspirarse y aprender de esas otras ciudades para adaptarlo a las nuestras.
Usted creó Tarpuna, una cooperativa que impulsa los huertos sociales. ¿Nos podría explicar cuál es la tarea de Tarpuna y qué debe entenderse por ‘huerto social’?
El proyecto de huerto social surgió al constatar que había tierras agrícolas en desuso, personas en paro y un deseo de la gente de consumir productos de mayor calidad, de proximidad y ecológicos. Estos tres ingredientes debían poder combinar para crear proyectos de huertos que dieran respuesta a necesidades sociales de colectivos vulnerables. Desde entonces nos hemos dedicado a asesorar, promover o gestionar la puesta en marcha de proyectos diversos, para personas en paro, para colectivos de exclusión social o para personas con discapacidad. Cada proyecto es diferente, puede ser un huerto formativo, terapéutico, de inserción. La idea importante es que sirva de instrumento para mejorar la vida de las personas y siempre hacemos los proyectos en colaboración con otras entidades sociales. A fecha de hoy hemos puesto en marcha 6 huertos sociales y tenemos una red de distribución de verduras ecológicas en Barcelona y alrededores.
Uno de sus proyectos es el huerto urbano comunitario Font de la Guatlla que ha mencionado al principio. ¿En qué consiste?
El huerto de Font de la Guatlla es un proyecto que busca la dinamización social. Hemos aprovechado un solar público que el Ayuntamiento de Barcelona nos ha puesto a disposición para desarrollar un proyecto participativo. La hemos llamado l’Illa dels Tres Horts, en referencia a los tres tesoros escondidos: la colaboración social, la educación y la producción ecológica. Actualmente hay dos entidades sociales cultivando el huerto con sus usuarios y hemos realizado diversas actividades formativas.
Barcelona dispone de una red de huertos urbanos municipal consolidada, ¿cree que es suficiente o el potencial de la ciudad para impulsar nuevas iniciativas aún no se ha explotado lo suficiente?
La demanda es muy superior a la oferta pero probablemente las posibilidades de abrir y gestionar suficientes huertos para cubrir esta demanda son limitadas. Por lo tanto existe un potencial importante para hacer propuestas complementarias, huertos privados o huertos en azoteas, por ejemplo. Pero hay que hacerlo con criterio.
¿Cuál es la situación en el resto de ciudades catalanas? ¿Tiene sentido la agricultura urbana en ciudades como Lleida que ya cuentan con un entorno de huerta de gran tamaño?
Cuanto más pequeña es una ciudad y está más cercana al campo, menos necesidad de acoger la agricultura urbana. A pesar de estar más cerca del campo, Lleida es una ciudad grande y ya acoge algunos proyectos, pero el interés y la necesidad será menor que Barcelona, obviamente.
¿Cree que habría que ir hacia un nuevo modelo de agricultura urbana con participación más amplia? Lo digo porque parece que se limita a las personas jubiladas en algunos casos.
Sólo los huertos municipales del Ayuntamiento de Barcelona tienen como objetivo de usuario las personas jubiladas. Los huertos del Pla Buits o los proyectos de muchas entidades, por ejemplo l’Hort de les Cases, están orientados a personas con dificultades sociales o colectivos de ciudadanos en general.
¿Hay relación entre la crisis económica y el interés creciente por la agricultura urbana?
Algunas propuestas de agricultura urbana pretenden dar respuesta a la situación de crisis. Algunos huertos sociales o algunos movimientos que lideran la ocupación de solares o tierras en desuso podemos considerarlos como consecuencia de la crisis o, al menos, tienen más sentido en la situación de crisis. De todas formas soy de la opinión de que este es un movimiento que va más allá y no se explica sólo por la coyuntura actual.
¿Dónde cree que los huertos urbanos tienen más posibilidades de expansión en el espacio privado o en el espacio público?
Yo veo que las posibilidades están en los dos tipos de espacios, los privados y los públicos, y que las dificultades de ambos tipos de espacios son similares. Por ejemplo, la falta de regulación y normativa de los planes urbanísticos es una dificultad que afecta a todos los tipos de proyectos.
Se habla de ciudades autosuficientes energéticamente como un hito posible. La ciudad autosuficiente en alimentación es todavía una utopía?
Sí, es una utopía y como tal es atractiva y está bien que hagamos cosas para acercarnos a ella, pero el futuro pasa por que la ciudad replantee su relación con el entorno productivo cercano. Esto significa la agricultura periurbana y la agricultura de proximidad y que los planes urbanísticos consideren la calidad del suelo agrícola y la necesidad de preservarlo para las generaciones futuras.