Desde 2021, el 23 de setiembre es el Día Europeo de la Agricultura Ecológica, ya que así lo dispusieron, la Comisión, el Parlamento y el Consejo europeos. Y es el comienzo de la celebración de la Semana Europea de la Agricultura Ecológica 2024, que finaliza el domingo 29.
La agricultura ecológica es un sistema de producción destinado, en particular, a evitar los daños al medio ambiente que ocasionan determinadas prácticas agrícolas convencionales. Para hacerlo se basa en la conservación del equilibrio ecológico, el favorecimiento del ciclo de los recursos y la preservación de la biodiversidad.
¿Qué es la agricultura ecológica?
Consiste en un sistema agrícola que se define por el empleo de fertilizantes de origen orgánico como el abono natural, estiércol, compost, etc. También enfatiza en la aplicación de técnicas como la siembra complementaria, la rotación de cultivos y el control biológico de las plagas.
La agricultura ecológica moderna se desarrolló como respuesta a los altísimos niveles de contaminación del medio ambiente ocasionados por el empleo de agroquímicos, como pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos en la agricultura convencional.
El desafío del futuro para la agricultura ecológica será aumentar los rendimientos al mismo tiempo que se reducen los precios y se mantienen los beneficios ambientales mientras se enfrentan los desafíos del cambio climático, el calentamiento global y la creciente población mundial.
Un poco de historia
Los conceptos de agricultura ecológica se desarrollaron de la mano de un puñado de visionarios, entre ellos Sir Albert Howard, Raoul Lemaire y Rudolf Steiner, quienes a principios del siglo XX defendieron la idea de que la rotación de cultivos, el estiércol compostado, los cultivos de cobertura, y el control biológico de plagas podrían mejorar el sistema agrícola y ayudar a prescindir de los tóxicos agroquímicos.
A partir de ese momento, las prácticas de cultivos tradicionales volvieron a tener relevancia. Entre los objetivos de la agricultura ecológica está el que los cultivos no solo no contengan agentes venenosos, sino que promuevan el bienestar del medio ambiente, sirvan para recuperar las aguas, ayuden a fertilizar los suelos, resulten fuentes de empleo sostenibles y económicamente viables, etc.
Regulación de la agricultura ecológica
Los parámetros de la agricultura ecológica son definidos por los gobiernos de cada país y los agricultores deben estar certificados para que sus productos lleven la etiqueta de ‘ecológico’. Cada nación tiene sus propias certificaciones, que se suman a las de la UE, que es la Hoja Verde. Además, existen normas orgánicas específicas para cultivos, ganado y productos silvestres, así como para el procesamiento de productos agrícolas.
Aunque la mayoría de los países tienen sus propios programas de certificación orgánica, los certificadores de la UE pueden inspeccionar y certificar a productores y procesadores de otros países, con el fin de controlar los productos cultivados orgánicamente en otras naciones se exportan a la UE.
Fertilizantes orgánicos
Dado que los fertilizantes sintéticos están prohibidos, construir y mantener un suelo rico y vivo mediante la adición de materia orgánica es una prioridad para la agricultura ecológica. Otras fuentes de materia orgánica pueden ser la adición de estiércol, compost y subproductos animales.
Control de plagas
Los pesticidas orgánicos se derivan de fuentes naturales, que incluyen organismos vivos como la bacteria Bacillus thuringiensis, que se utiliza para controlar las plagas de orugas o derivados de plantas como las piretrinas (de las flores secas del piretro dálmata o Chrysanthemum cinerariifolium) o el aceite de neem. También se permiten pesticidas inorgánicos a base de minerales como el cobre y el azufre.
Además de los pesticidas, el manejo orgánico de plagas incorpora diversos controles, tanto biológicos, como genéticos, con el fin de minimizar el daño de las plagas. El control biológico se basa en el empleo de los enemigos naturales de cada plaga: insectos depredadores, agentes parasitarios, etc. para acabar naturalmente con ellas.
El fitomejoramiento tradicional de los cultivos ha producido muchas variedades resistentes a plagas específicas e inocuos para su consumo. Cultivar plantas genéticamente diversas permite ejercer un control mucho más eficiente sobre las plagas y evita la aparición de muchas enfermedades de las plantas.




















