Entre julio y agosto de este año, la ciudad condal (y prácticamente toda España y Europa) ha soportado olas de calor extremas acentuadas por el calentamiento global, que la han colocado como la tercera en cuanto a muertes por calor. Estas son las conclusiones de un estudio recientemente publicado.
Si bien el estudio no es representativo del total de Europa, ya que las 854 ciudades de las que se han cotejado datos apenas representan algo menos de un tercio de los europeos, es llamativo que Barcelona ocupe el tercer lugar en este ranking, con 630 fallecimientos por causa del calor.
Las olas de calor fueron letales en Barcelona
Barcelona fue la tercera ciudad europea con mayor número de muertes adicionales (630) por calor este verano como consecuencia del cambio climático, según un estudio del Imperial College de Londres y la London School of Hygiene & Tropical Medicine.
Las olas de calor entre los pasados meses de junio y agosto en Europa fueron responsables del 68 % de los decesos ligados al incremento de las temperaturas y añadieron al menos 16.500 muertes adicionales, al total de 24.000 fallecimientos registrados.
Es la principal conclusión de este estudio, publicado hoy por el Imperial College de Londres y la London School of Hygiene & Tropical Medicine, en colaboración con científicos del Instituto Meteorológico Real de Países Bajos y las universidades de Copenhague y de Berna (Suiza).
Los investigadores han trabajado con datos de 854 ciudades que representan solo el 30 % de la población europea. Los autores consideran que ese exceso de mortalidad se debe a un incremento medio de las temperaturas de 2,2 grados centígrados este verano, con picos de 3,6 °C, que atribuyen al «cambio climático, causado principalmente por la quema de combustibles fósiles y la deforestación».
«Puede que no parezca mucho, pero nuestro estudio demuestra que variaciones en el calor veraniego de tan solo unos pocos grados pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte para miles de personas», declaró la investigadora Clair Barnes, del Centro para Política Medioambiental del Imperial College de Londres.
A partir de modelos matemáticos, registros históricos de mortalidad y métodos revisados por pares, el estudio señala al calor extremo como un «asesino silencioso», pues la mayoría de las muertes relacionadas con el calor no se notifican.
Más de 2800 muertes en España
La investigación concluye que el calor extremo de este verano estuvo detrás de las muertes de 4.597 personas en Italia; 2.841 en España; 1.477 en Alemania; 1.444 en Francia; 1.147 en Reino Unido: 1.064 en Rumanía; 808 en Grecia; 552 en Bulgaria y 268 en Croacia. Al analizar las capitales, contabilizaron 835 muertes adicionales en Roma; 630 en Atenas; 409 en París; 387 en Madrid; 360 en Bucarest; 315 en Londres y 140 en Berlín.
Si se tienen en cuenta el conjunto de las ciudades, Barcelona fue la tercera urbe europea con mayor número de muertes adicionales (630) por calor causado por el cambio climático, con la misma cifra que Atenas y solo superada por Roma (835) y Milán (1.156).
El estudio indica que, en el conjunto de ciudades europeas, las personas de 65 años o más representaron el 85 % del exceso de mortalidad ligada al calor, lo que «pone de relieve que los veranos más calurosos serán cada vez más mortales para la población europea envejecida».
Los mayores de 80 años representan actualmente el 6 % de la población europea y las estimaciones proyectan que ese umbral llegará al 15 % en 2100.
Las ciudades pueden registrar de media entre 4 y 6 grados más de temperatura que las áreas rurales, agregan los científicos climáticos, que recuerdan que el 70 % de los europeos viven en ciudades y se espera que ese ratio supere el 80 % en 2050.
Los investigadores agregan que «un cambio rápido hacia las energías renovables y el abandono de los combustibles fósiles es la forma más eficaz de evitar veranos más cálidos y letales».
«Las políticas de adaptación al calor son importantes, como introducir horarios laborales flexibles, ajustar el calendario escolar, aumentar las zonas verdes urbanas y el uso de aire acondicionado, así como mejorar la infraestructura de salud pública», apuntó el profesor adjunto en la London School of Hygiene & Tropical Medicine Malcolm Mistry.
Sin embargo, el alcance de esas decisiones es limitado y «la dura realidad es que, a menos que reduzcamos urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero, las intervenciones mencionadas tendrán un papel limitado a la hora de mitigar los riesgos del calentamiento global de origen humano, no solo sobre la salud, sino también en otros sectores como la agricultura», concluyó.
El cambio climático es una realidad innegable y el aumento de las temperaturas en las ciudades es una situación complicada, que ha llegado para quedarse, por lo que resulta imprescindible que se tomen medidas para mitigar el calentamiento global, como la reducción de emisiones y la apuesta por las renovables y en épocas de calor se debe proteger a los colectivos más vulnerables, además de tomar medidas urgentes de adaptación. EFE / ECOticias.com