Un nutrido grupo de activistas compuesto por los líderes mundiales del clima, organizaciones ecologistas y pueblos indígenas están reunidos en la ciudad de Belém, Brasil y han alzado la voz para exigir el fin inmediato de la deforestación en la Amazonía y la implantación de la justicia climática, de cara a la próxima cumbre: la COP30.
La conferencia promovida por la ONU se celebrará a partir del lunes próximo en el corazón de la selva tropical y está considerada como una oportunidad clave, para que las comunidades locales estén en el centro de las negociaciones climáticas que se llevarán a cabo durante la cumbre global del clima.
Los pueblos indígenas llegaron a Belém a bordo de una simbólica flotilla navegando por el río Amazonas y demandan ser incluidos plenamente a la hora de tomar decisiones que afecten directamente a sus medios de vida y a sus territorios, alegando que sin ellos no hay futuro, puesto que son los que cuidan la selva.
COP30: hay que salvar a la Amazonía
La 30ª Conferencia de las Partes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará del 10 al 21 de noviembre de 2025 en Belém (Brasil), llega en un momento críticopara la acción climática mundial.
A 10 años de la aprobación del Acuerdo de París por el que los países se comprometían a evitar que el calentamiento global superase 1,5 ºC, es la primera COP desde que las temperaturas medias globales superaron ese límite físico en 2024, un indicador alarmante de la aceleración de la crisis climática y de la insuficiencia de las acciones realizadas hasta ahora. Los países también están presentando sus objetivos climáticos para 2035, que marcarán el rumbo de la acción global durante la próxima década.
Asimismo, 2024 ha sido el año de una resolución histórica de la Corte Internacional de Justicia, que obliga a los Estados a actuar frente a la crisis climática.
El tribunal más alto del mundo advierte: la expansión continua de los combustibles fósiles podría violar el derecho internacional y los derechos humanos. La Corte también reafirma que 1,5 °C es el objetivo principal del Acuerdo de París, estableciendo un punto de referencia claro con el que se deben evaluar los resultados de la COP30.
El lugar de celebración de esta COP también está cargado de simbolismo. Belém se sitúa en el corazón de la Amazonía, un ecosistema que vive un punto de inflexión que podría ser irreversible y que lanza al mundo un mensaje claro: la urgencia de actuar ante un mundo en crisis.
Mucho para hacer en esta Cumbre mundial
La COP30 llega en el ecuador de lo que la comunidad científica ha nombrado como la década decisiva frente a la emergencia climática, y se celebra en un ecosistema único e imprescindible como es la Amazonía, seriamente amenazada por la deforestación. Los impactos del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad son cada vez más evidentes y dramáticos en todo el mundo.
A ello se suma una profunda crisis de desigualdad, que sitúa en el foco del impacto a las personas más vulnerables y amenaza nuestras democracias y nuestra cohesión social. Millones de vidas están en juego.
Se espera que esta COP30 contribuya a regenerar el multilateralismo a través de la cooperación y a detener a líderes tan dañinos para el mundo como Donald Trump, que está haciendo la guerra contra la vida. La voz de la ciudadanía y la recuperación del espacio democrático van a ser más importantes que nunca. Es hora de que se les escuche alto y claro.
Activistas de todo el mundo se van a encontrar en Belém, junto a comunidades locales y movimientos indígenas, para exigir que esta COP haga historia: un acuerdo contundente que suponga un freno para la deforestación y que establezca una fecha definitiva de abandono de los combustibles fósiles. Los líderes tienen una oportunidad única para lograr la justicia climática en este momento crítico.
Los esfuerzos de mitigación en los países del sur global, junto con los crecientes impactos climáticos, exigen un aumento significativo de la financiación internacional para el clima, destinada a las pérdidas y daños de las poblaciones más vulnerables y que menos aportan a la crisis climática, a la adaptación y a la reducción de emisiones, como parte de una transición justa.
Y en Brasil, donde se encuentra gran parte de la Amazonía, la COP30 debe lograr un avance decisivo para detener y revertir la deforestación y la degradación de la biodiversidad a nivel mundial, junto con un mayor acceso directo a la financiación para los pueblos indígenas y las comunidades locales.
La comunidad internacional y los países del norte global, tiene la responsabilidad de facilitar recursos económicos y herramientas para que las poblaciones más vulnerables puedan hacer frente a la crisis climática.
Es el momento de que quienes nos han metido en esta crisis y más se están beneficiando con ella contribuyan a resolverla y a costear sus impactos: necesitamos nuevos impuestos a la industria fósil y a otras grandes industrias contaminantes, así como a las grandes fortunas, que permitan aumentar la financiación climática internacional para una transición energética urgente, pero también justa con las personas y con el planeta
¿Qué se espera de la COP30?
Un plan de respuesta global
Para abordar la brecha de ambición que separa lo que los gobiernos están haciendo respecto a lo que deberían hacer para limitar el calentamiento global a 1,5 °C y acelerar la reducción de emisiones, especialmente en sectores clave como la energía (incluida la transición para abandonar los combustibles fósiles), la agricultura, los bosques y el uso de la tierra, en consonancia con los principios de equidad, justicia y transición justa.
Un nuevo Plan de Acción por los Bosques
Que debe durar al menos cinco años dentro del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para abordar la fragmentación de las medidas forestales en el marco del Acuerdo de París y garantizar la aplicación del objetivo del primer Global Stocktake (COP28) de detener y revertir la deforestación y la degradación forestal antes de 2030.
Financiación climática
El establecimiento de un nuevo punto permanente en la agenda de la COP30, para aumentar la financiación pública internacional que los países del norte global deben aportar (de conformidad con el artículo 9.1), y promover una fiscalidad basada en el principio de «quien contamina paga» para desbloquear una mayor financiación pública para los países del sur global.
Activistas y ecologistas piden a los líderes mundiales presentes en la COP30 que encabecen una transición energética justa, que promuevan el abandono progresivo y definitivo de los combustibles fósiles y que apuesten de manera decidida por las energías renovables.
La celebración de la COP30 en la ciudad amazónica de Belém busca visibilizar los mayores desafíos y retos climáticos que tiene el mundo, lograr una financiación climática aplicable y efectiva y generar un punto de inflexión en las acciones de lucha contra el cambio climático. Seguir leyendo en ECOticias.com
















