Los 27 Estados miembros que componen la UE, tras una dura deliberación, finalmente han decidido que para 2040 el recorte en emisiones de CO2 (dióxido de carbono) dentro de la UE debe ser del 90%, si se toman como parámetro de comparación las emisiones de 1990.
Para el partido de los Verdes y las organizaciones ambientalistas y ecologistas, esta es una medida que aplauden, puesto que la cifra es la que se había propuesto, pero ponen en duda que las acciones flexibilizadoras propuestas ayuden a que se cumpla con dicho objetivo y cuestionan la ambigüedad de la redacción del texto.
Para 2040: 90% menos de CO2 que en 1990
Las organizaciones ecologistas y los Verdes celebraron recientemente que los líderes de la UE haya despejado el camino para que el bloque comunitario pueda adoptar un objetivo de recorte de CO2 para 2040 del 90 % respecto a 1990, pero cuestionaron las «flexibilidades» que exigen los Veintisiete.
Los ecologistas expresaron su preocupación por la redacción ambigua de las conclusiones del Consejo (…) en lo relativo al calendario, la magnitud y la calidad de las compensaciones internacionales, que podrían diluir la ambición general del objetivo.
El objetivo del 90 % no fue cuestionado por los líderes de la UE, por lo que sigue siendo la única cifra sobre la mesa. La cuestión es cuánta parte de esa reducción se basará realmente en recortes internos de emisiones y no en compensaciones internacionales», declaró el responsable de Energía y Clima de una ONG.
En la cumbre europea celebrada este jueves en Bruselas, los líderes de los Veintisiete reclamaron a la Comisión Europea «condiciones habilitantes» para poder adoptar una meta vinculante de recorte de CO2 en 2040, así como una «cláusula de revisión» de los objetivos a la luz de futuros avances tecnológicos y garantías para no mermar la competitividad.
¿Qué pasará el 4 de noviembre?
Esas orientaciones generales deben servir para que los ministros de Medioambiente de los países de la UE adopten el próximo 4 de noviembre en un consejo extraordinario el objetivo del 90 % en 2040, que tendrá que respaldar el Parlamento Europeo y que supondría una trayectoria lineal con los compromisos de disminuir en 2030 un 55 % el dióxido de carbono liberado a la atmósfera y alcanzar la neutralidad climática a mitad de siglo.
Esto servirá, aunque con retraso, para que la UE pueda presentar a Naciones Unidas sus planes climáticos actualizados, con el consiguiente recorte en 2035, de cara a la cumbre COP30 que se celebra en noviembre en Brasil, diez años después del Acuerdo de París.
«Se queda corta respecto al compromiso que necesitábamos antes de la COP. En su lugar, los líderes impulsan más ómnibus (procesos de simplificación legislativa), resquicios como los créditos internacionales de contaminación y la llamada ‘cláusula de revisión'», señaló en un comunicado la eurodiputada ecologista austríaca Lena Schilling.
Esos «resquicios» se refieren a la idea de Bruselas de contar con «créditos internacionales» de carbono que permitan comprar derechos de emisión en países menos industrializados, iniciativa que saludan los Veintisiete, o una suavizar la entrada en vigor del régimen de comercio de derechos de emisión para edificios y transporte por carretera, el llamado ETS 2.
Los Veintisiete reclamaron además a la Comisión que los planes de recorte incluyan «una cláusula de revisión del objetivo a 2040 a la luz de las pruebas científicas más recientes, los avances tecnológicos y los cambios en los retos y oportunidades para la competitividad mundial de la UE».
Con un tono algo más optimista, el responsable de clima en Europa de la Red de Acción Climática, Sven Harmeling, celebró que el objetivo del 90 % esté sobre la mesa, pero pidió que «no se convierta en una cáscara vacía plagada de resquicios y flexibilidades, como la inclusión de créditos internacionales, y que se deje de desmantelar la política climática y medioambiental existente bajo una ideología de desregulación mal orientada y miope».
Por su parte, el director del centro de pensamiento Strategic Perspectives, Neil Makaroff, celebró que el Consejo Europeo haya enviado «por fin una señal largamente esperada a las empresas y socios internacionales de que Europa sigue en la carrera hacia la neutralidad climática».
La experta del centro de pensamiento sobre asuntos medioambientales E3G Elisa Giannelli valoró positivamente que las conclusiones de los líderes «reconocen acertadamente que la transición ecológica y la competitividad de Europa no son objetivos contrapuestos, sino dos caras de la misma moneda». No obstante, agregó que «el fuerte énfasis en la flexibilidad y la simplificación no debe convertirse en un pretexto para rebajar la ambición».
Desde el ámbito ecologista la opinión es muy clara: el objetivo que se ha planteado la Unión Europea es el correcto, se debe rebajar el CO2 al 90% para 2040, pero temen que existan resquicios que permitan que las medidas en realidad se diluyan, entre tanta medida de flexibilidad y excepciones. ECOticias.com / EFE














