El Protocolo de Montreal fue una solución conjunta y muy sencilla que se tomó a partir del Convenio de Viena. La negociación del mismo se realizó en 1987 y comenzó a aplicarse el primer día del año 1989. Sigue activo hasta el día de hoy y cuenta con el apoyo de prácticamente todas las naciones del planeta.
Una solución sencilla
La gente suele preguntarse ¿cómo se pudo combatir tan bien el problema de la capa de ozono? Es decir, ¿por qué ha funcionado tan bien el Protocolo de Montreal? Y, sin embargo, no hay como llegar a un acuerdo para luchar eficazmente contra el calentamiento global y el cambio climático. Estas preguntas requieren una respuesta compleja. Pero puede resumirse en que tanto el objetivo como la magnitud del problema son completamente diferentes.
El Protocolo de Montreal solo apuntó a una industria: la química. Por tanto, no involucró al conjunto del estilo de vida occidental. Y mucho menos a la producción de energía. Las soluciones del protocolo de Montreal son básicas y simples. En cambio, las que permitirían alcanzar un nivel de reducción sustancial en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) resultan muchísimo más complejas. Tanto que a veces parecen inextricables e inalcanzables.
Financiación y tecnología
El anuncio de la abolición de los CFC no desató la tormenta que algunos grandes grupos industriales vaticinó. Y esto fue así porque el Protocolo de Montreal lo tenía todo muy bien planificado. Se habían establecido fondos para permitir que las empresas sustituyesen las sustancias que agotan la capa de ozono como los CFC. Temporalmente, están permitidos los hidroclorofluorocarburos (HCFC), pero se los acabará prohibiendo por completo.
Además, el acuerdo dispuso la transferencia de nuevas tecnologías a los países en desarrollo. De esta forma tuvieron la opción de fabricar productos alternativos con el fin de ir eliminando los gases más dañinos. Esta fue la medida que convenció a todos los países del planeta, ya fueran pobres o ricos, a ratificar el Protocolo de Montreal.
Apertura y flexibilidad
Desde su firma en 1987, el Protocolo de Montreal ha sufrido varias modificaciones. Y esta es una de las grandes cualidades de este acuerdo. Que es capaz de evolucionar. Y este proceso de crecimiento evolutivo se nutre de los conocimientos científicos más recientes. Es decir, que el impulso detrás de todo el protocolo es netamente científico.
Por esa razón, a medida que se van realizando descubrimientos, se añaden nuevas sustancias a la lista de las que podrían impulsar el declive. Basándose en el ejemplo de este Protocolo, los signatarios del Acuerdo Climático de París acordaron reevaluar sus objetivos de reducción para que reflejen la evolución del conocimiento científico sobre el tema climático.
No todo es perfecto
Los CFC han sido reemplazados en parte por hidrofluorocarbonos (HFC), cuyo potencial de calentamiento es 14.000 veces más potente que el CO2. En octubre de 2016, el Protocolo de Montreal fue objeto de una nueva e importante enmienda. Todos los países del planeta, reunidos en Kigali (Ruanda), acordaron el fin gradual de los HFC, para mediados de este siglo. Este acuerdo tardó siete años en completarse y podría tener un impacto significativo en la mitigación del cambio climático.
Todos los sustitutos de los CFC, como los HCFC y los HFC, serán, por lo tanto, abolidos y eventualmente reemplazados por gases que no destruyan la capa de ozono y no calienten el planeta. Pero otras sustancias, que no están contempladas en el Protocolo de Montreal, empiezan a preocupar a los expertos.
Un buen ejemplo de ello es el diclorometano (DCM). Una sustancia que se emplea habitualmente como disolvente industrial. Esto resulta preocupante, porque es un producto que cada vez se usa más. Y podría tener efectos mayores de lo que se piensa sobre la capa de ozono.
Por otra parte, cada año se conmemora el Día Internacional de la Preservación de la capa de ozono, una efeméride que acontece cada 16 de septiembre y que según parece, y gracias a la eficacia del Protocolo de Montreal, en 2065 podría perder su razón de ser. En ese momento, según los científicos, la capa de ozono podría cerrarse por completo.