Libertad para los presos ambientalistas en América Latina

Publicado el: 23 de abril de 2020 a las 07:27
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Libertad para los presos ambientalistas en América Latina
Pedro Burruezo se hace eco de las peticiones de ONG’s que exigen la inmediata liberación de estos reos ante el peligro añadido que significa la nueva pandemia en esas cárceles donde el virus se está cebando con los más olvidados.

La semana pasada se cumplió el Día Internacional de la Lucha Campesina. Algunas entidades aprovecharon para recordar el peligro que supone para la salud la pandemia de coronavirus que asola las cárceles de muchos países americanos en los que residen reos ambientalistas cuyo único delito ha sido defender la vida, la naturaleza y las comunidades tradicionales.

La semana pasada se cumplió el Día Internacional de la Lucha Campesina. Muchas ONG’s, como Alianza por la Solidaridad, aprovecharon para denunciar que “cientos de líderes campesinos y ambientalistas de todo el mundo, muchos de origen indígena, se encuentran atrapados en sistemas penitenciarios en sus países en condiciones que ponen en riesgo su salud, e incluso su vida, condiciones que están empeorando con motivo de la pandemia de coronavirus.



A los motines que ha habido en los últimos días en algunas cárceles, sobre todo en América Latina, y la falta de una higiene y una sanidad básica, se suma el hecho de que, tras decretarse el confinamiento en muchos países, nadie cercano puede visitar a los presos para proporcionarles el apoyo económico que precisan para sobrevivir en unos establecimientos sobresaturados en los que las condiciones de vida son insalubres”.

La vida de muchos campesinos y campesinas que han luchado hasta la extenuación por modos de vida sostenibles y tradicionales… corre un serio peligro. No sólo en América Latina. También en Asia, África…



Para proteger a esos presos y a la salud pública, algunos estados podrían seguir el ejemplo turco, chileno y/o camerunés, países que van a liberar a miles de presos en los próximos días, si no lo han hecho ya cuando se publiquen estas líneas.

Según publicaba recientemente “El País”, “el Parlamento de Turquía aprobó durante la noche del lunes (semana pasada) una suerte de amnistía destinada a liberar a unos 90.000 reclusos y descongestionar así el sistema penitenciario turco por temor a que la Covid-19 se extienda por sus cárceles”.

Países de América Latina en los que se pudren en cárceles infrahumanas miles de líderes ambientalistas podrían imitar al Parlamento turco y abrir las puertas de las prisiones para los casos de reos cuyo único delito ha sido el de luchar por la vida ante los grandes poderes que hoy gobiernan el mundo y que están sacrificando los derechos de la naturaleza y de las comunidades en pos de los intereses de una élite global sin escrúpulos y sin ética ninguna.

Porque el coronavirus no amenaza a todos por igual. Se ceba con los más pobres y con los ignorados. Y las cárceles se han convertido en focos muy peligrosos de transmisión, espacios en los que evitar la expansión del virus resulta una quimera.

La pandemia del Covid-19 se suma a una extensísima lista de carencias de todo tipo que existe en esos “talegos” y que, en la actualidad, están empeorando, generando más violencia, aislamiento y depresión. En esos establecimientos penitenciarios… la vida se transforma en pura supervivencia.

Da igual que hayas matado a un niño que hayas luchado por salvar un acuífero o una selva. Todo entra en el mismo saco. Además, cuando se es inocente, el drama se vive con más intensidad aún.

“La Vanguardia” se hacía eco recientemente de un reportaje sobre los penales estadounidenses: “’Yo no admito ser culpable pero, si lo fuera, no merezco una sentencia de muerte’, afirma Jessica Huff, una de las 4.435 personas que permanecen presas en la cárcel del condado de Cook (Chicago), doblemente confinada ahora.

Tras sus muros se han registrado ya 450 contagios por la Covid-19, un récord nacional con el que están condenados a convivir. ‘Ayuda, nosotros también importamos’, ha pintado alguien en la ventana de una de sus celdas. Caceroladas, motines, grabaciones clandestinas, manifestaciones frente a sus muros…

La olvidada población carcelaria de Estados Unidos está recurriendo a los escasos medios que tiene a su alcance para llamar la atención sobre los riesgos que la pandemia supone en sus particulares circunstancias. Situaciones como estas se han vivido en mayor o menor grado en todos los países azotados por el virus, en especial en China, Italia o Irán, que liberó a 70.000 presos por este motivo”.

En Guatemala, Alianza por la Solidaridad-Action Aid, según nos informa esta ONG, se sigue de cerca “el caso del líder q’eqchí Bernardo Caal Xol, preso en la cárcel de Cobán (Alta Verapaz) desde enero de 2018, tras ser condenado a más de siete años de prisión como consecuencia de su defensa del río Oxec y del río Cahabón, donde se llevan a cabo la construcción de dos grandes hidroeléctricas: Oxec y Renace.

Esta última fue realizada por la transnacional española ACS para una compañía guatemalteca. María Caal, hermana del líder ambientalista, maestro de una comunidad, muestra la preocupación por su estado, especialmente desde que no pueden ir a visitarle porque en Guatemala se ha suspendido el transporte público desde el pasado 13 de marzo, como medida para frenar la pandemia del Covid-19: ‘Estamos muy preocupados por Bernardo porque las condiciones en la cárcel son muy malas y no podemos ir a Cobán, a cuatro horas de distancia, para llevarle algo de dinero o comida.

La que dan en las cárceles en este país no es suficiente para no enfermar, apenas un poco de arroz o fríjoles. Tampoco tenemos información de cómo se encuentra’, señala su familiar”.

Esta penosa realidad es la que sufren muchos reos que se han jugado la vida por defender la naturaleza y/o sus comunidades, que son una misma cosa. Caal ha dicho: “La OMS recomienda lavarse las manos continuamente con agua y jabón para prevenir contagios del Covid-19 y, sin embargo, las comunidades del pueblo maya q’eqchí están privadas del agua”.

Se refiere, según Alianza por la Solidaridad, “al expolio del agua realizado por las hidroeléctricas a las más de 29.000 personas que viven en torno a ambos ríos”.

Alianza por la Solidaridad-Action Aid y otras entidades hacen un llamado a la comunidad internacional para que no olvidemos a estos reos que son los mártires del S. XXI.

Se están vulnerando todos los derechos internacionales mientras los que gobiernan el mundo, ya sea en la sombra o sus títeres, se frotan las manos pensando que el Covid-19 les va a ayudar a quitarse de en medio a una población crítica, disidente, luchadora. Y, mientras, nuestros telediarios muestran una gran preocupación por si la liga de fútbol de esta temporada podrá terminarse o no.

Pedro Burruezo

Fuente: Vida Sana

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