Un megaproyecto chino ha empezado a poner nervioso al sector energético y a la propia Asia. Algo que sucede en un contexto crucial para la nación oriental, puesto que China lidera el crecimiento internacional en manufactura renovable. Al mismo tiempo, la inversión mundial reporta grandes récords. La inversión global en la transición energética registró un nuevo récord de 2,4 billones de dólares en el año 2024.
Un 20% más si lo comparamos con la cantidad media de 2022 y 2023, impulsado en gran parte por el fuerte protagonismo de China en la cadena de abastecimiento de tecnologías renovables. Así quedó plasmado recientemente en un informe emitido durante la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en la ciudad brasileña de Belém.
China y su protagonismo en el mundo de las energías renovables
Tras exponerse que China está cosechando energía a kilómetros de la superficie, el foco se posiciona sobre el protagonismo que tiene el país en el marco de las renovables.
El análisis, difundido por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) y el Climate Policy Initiative (CPI), puso de manifiesto que un tercio del capital global dirigido a la transición energética se destinó a tecnologías renovables, aumentando la inversión en ese sector a 807 000 millones de dólares.
Sin embargo, el crecimiento anual bajó su ritmo hasta el 7,3% de 2024. Un porcentaje muy por debajo del 32% que se vislumbró en 2023. Pese a la moderación, el análisis resaltó el papel decisivo del país asiático en el impulso global de las energías limpias.
En el periodo comprendido entre 2018 y 2024, China acaparó el 80% de la inversión global en manufactura de tecnologías solares, eólicas, de baterías e hidrógeno. Una capacidad productiva de semejante magnitud, resaltó IRENA, ha sido crucial para expandir la oferta, bajar los costos y mantener la competitividad del ámbito renovable.
Megaproyecto chino que hace temblar a Asia
El levantamiento del mayor complejo hidroeléctrico del planeta (que usa las aguas del río Brahmaputra) podría llegar a ser contraproducente para Asia. Recordemos que esta zona del mundo reporta una agravada situación de escasos recursos híbridos y riesgo medioambiental.
Así las cosas, un nuevo megaproyecto de China para construir una súper represa hidroeléctrica en el Tíbet vuelve a poner al país en el punto de mira. Aviva el fuego entre China y Bangladés e India. El dominio y la gestión de los ríos es un tema complejo en el marco geopolítico del Sur de Asia.
Puede echar abajo la estabilidad existente en la región y resultar negativo para millones de personas. Cuando Pekín dio el anuncio sobre la construcción del mayor proyecto hidroeléctrico del planeta, comenzaron a aparecer varios frentes polémicos.
El objetivo es la creación de dos represas que aprovechen el potencial del río Brahmaputra (llamado Yarlung Tsangpo por los tibetanos). Los ambientalistas demandan el impacto que puede causar sobre el Gran Cañón Yarlung Tsangpo, el más largo y profundo del mundo.
Un tesoro ecológico situado cerca de una frontera que se disputa con India. Desde su lugar, las autoridades de India y Bangladés ven este proyecto de China como una amenaza geopolítica. El control y manejo del curso de los ríos es un tema complejo y conflictivo en el sur de Asia. Se trata de una zona devastada por los monzones y las sequías.
China planea un megaproyecto donde otros países ven un riesgo inminente
Pese a la oposición, China planea construir una maravilla arquitectónica en las alturas del Tíbet, justo donde el río Yarlung Tsangpo inicia su travesía para convertirse en el Brahmaputra. Según medios oficiales chinos, como Xinhua Español, la inversión prevista es de 137 000 millones de dólares.
Este megacomplejo hidroeléctrico rebasará en capacidad a la ya llamativa Presa de las Tres Gargantas del río Yangtsé, con casi el triple de producción eléctrica. La iniciativa se desplegará en el cañón fluvial más largo y profundo del mundo.
Juntas, las dos presas propuestas ostentarán una capacidad combinada de 60 000 megavatios. Desde el punto de vista de los expertos chinos, la operación de las represas podría alterar de forma drástica el régimen natural del río.
Al margen de los impactos graduales, existe otra preocupación y es que el proyecto se levantará en un área de intensa actividad tectónica. El punto de vista de las autoridades de China es optimista. Aseguran que la presa es segura y que su actividad no acarreará efectos perjudiciales para los países río abajo ni para su ecología.
Este megaproyecto chino tiene al mundo nervioso, especialmente por los posibles efectos ambientales que podría generar en Asia. Asimismo, también podría convertirse en una amenaza geopolítica debido al controlar de una gran fuente de agua de la región. Para llegar a una determinación, el mundo tendrá que esperar a los próximos pasos del país oriental. Mientras se define hasta qué punto llega este proyecto y qué incidencia tiene, China está dispuesta a desarrollar el Godzilla de la energía eólica.















