La energía es uno de los recursos más preciados que tenemos. Gracias a ella podemos concretar varias de las actividades que hacemos en el día a día. Los últimos años han estado marcados por una búsqueda exhaustiva de nuevas formas de crearla. Renovables, limpias y más compasivas con el medioambiente que los combustibles fósiles. Las energías del Sol y del viento han ganado una gran notoriedad. Sin embargo, el Sol no siempre brilla y el viento no siempre sopla. Hasta ahora, este “problema” se ha solucionado con baterías o centrales hidroeléctricas de bombeo. Pero ha aparecido una forma mucho más llamativa de generar energía. Y es desde las alturas.
El futuro de la energía se acerca y no es como pensábamos
Tras descubrir los paneles solares más importante del planeta, el sector centra su atención en las alturas, desde donde se puede crear una cantidad descomunal de energía. Las ciudades construidas en vertical tienen una alternativa energética diferente para conseguir energía. Es el caso de Benidorm.
Un minucioso estudio de la Universidad de Waterloo ha evidenciado que es posible aprovechar la altura de los edificios para desarrollar un sistema de almacenamiento de energía por gravedad. Esta idea convierte las ciudades construidas en altura en un gran dispositivo para almacenar y liberar energía, según se desee.
Pasan a ser baterías mecánicas. La composición es la siguiente: una masa pesada (bloques de hormigón o acero), un sistema de poleas y cables parecido al de un ascensor y un motor que también actúa como generador.
Cuando existe un excedente de energía (por ejemplo, en el horario del almuerzo), los paneles solares de los edificios suelen estar en un rendimiento pleno.
Bajo este marco, el motor usa esa electricidad para levantar la masa pesada a lo largo del hueco vertical. Como si estuviéramos frente a un ascensor. Entonces la energía eléctrica se transforma en energía potencial.
Cuando hay demanda eléctrica y las renovables no producen (durante la noche o en días sin viento) la masa se deja caer de una manera controlada.
La fuerza de la gravedad se encarga de que la “magia” suceda. El peso al bajar mueve el generador, que transforma la energía potencial nuevamente en electricidad preparada para su uso.
Un tipo de energía exitosa que tiene mucho para ofrecer
Los expertos en la materia sugieren el uso de este sistema como centro de un contexto energético híbrido integrado en un mismo edificio, que abarca paneles fotovoltaicos en fachadas, discretos aerogeneradores en la azotea y baterías de iones de litio a modo de respaldo.
Compañías como la firma escocesa Gravitricity ya han puesto de manifiesto hasta dónde es capaz de llegar esta tecnología. Lo han hecho a base de prototipos funcionales y proyectos comerciales a escala completa de 4 y 8 MW.
El prestigioso estudio de arquitectura e ingeniería Skidmore, Owings & Merrill (SOM), conocido por el Burj Khalifa en Dubái, estableció una alianza con Energy Vault Holdings, una innovadora empresa emergente de almacenamiento.
Un movimiento que responde al pretencioso propósito de alcanzar un nuevo nivel de rascacielos, donde estos lleguen a ser monumentales sistemas de almacenamiento de abastecidos por gravedad diseñados para llegar a alturas de hasta 1000 metros.
Tendrían estructuras huecas que harían posible la integración de sistemas de almacenamiento de energía por gravedad (GESS).
Desafíos y proyección de futuro
Pese a su potencial, estos sistemas se topan con severos retos prácticos, como la capacidad de aguantar peso adicional, la eficiencia del mantenimiento y la viabilidad económica general.
Por su parte, Energy Vault ha demostrado que su tecnología es viable con iniciativas como una instalación de 100 megavatios-hora en China y un sistema piloto en Suiza capaz de almacenar 5 megavatios.
Para determinar hasta qué punto esta teoría podía convertirse en una realidad, el equipo de la Universidad de Waterloo hizo una simulación masiva. Estudió 625 diseños de edificios diferentes. Los resultados arrojaron escenarios prometedores.
Solo el tiempo nos revelará si esta tecnología logrará implementarse más allá de las pruebas. De lograrse esta instancia, los rascacielos pasarían a ser mucho más que edificios imponentes en el área urbana. Tomarían un papel fundamental en el correcto almacenamiento y gestión de la energía renovable.
Rascacielos convencionales y torres de hasta un kilómetro. El futuro de la energía está en las alturas y se acerca vertiginosamente. Mientras se analiza esta metodología, España logra lo que parecía imposible.















