El litio podría pasar a ser un simple recuerdo ante la llegada de una energía más eficiente, segura y menos costosa. Dinamarca ya sentó un precedente pasando del litio y probando suerte con las baterías de roca, pero ahora se avecina nueva era para el sector. Ante la expansión de energías renovables, el excedente de energía generada requiere de almacenamiento y el mineral blanco ha sido visto durante un largo tiempo como un aliado. Sin embargo, ahora están apareciendo cada vez más alternativas que lo dejan de lado.
Cabe destacar que el litio es un elemento químico y un metal ligero de color blanco plateado, suave y altamente reactivo. Tiene varias aplicaciones, como la producción de aleaciones de aluminio, la fabricación de cristales cerámicos y la producción de baterías (un rasgo sumamente relevante dado el contexto actual). Las baterías de este material han ganado una gran popularidad por su alta densidad y su largo ciclo de vida.
Sin embargo, también contemplan desventajas como que tienen un coste más alto (son más caras de producir que otras baterías), existe un riesgo potencial de incendios y explosiones con las baterías de litio (sobre todo en caso de sobrecargas o exposiciones a altas temperaturas), problemas de almacenamiento y transporte y el impacto ambiental negativo que genera tanto su producción como eliminación.
Encuentran el sustituto “perfecto” del litio: una energía eficiente, segura y menos costosa
Una alternativa al mineral blanco está comenzado a acaparar miradas por su duración: las baterías de vanadio. A nivel comercio, puede convertirse en un fuerte rival. De hecho, la compañía australiana VSUN Energy ya está apostando por un sistema de almacenamiento de energía con batería de flujo de vanadio (VFB).
La iniciativa Lumina ha comenzado la fase 2 para comenzar con la comercialización BESS VFB con una capacidad de 100 MW. Este sistema tiene capacidad para almacenar energía y liberarla durante 4 u 8 horas y estará preparado para ser utilizado de forma comercial. La meta de la empresa australiana se ha focalizado en el desarrollo de una batería que tenga una vida útil de más de 40 años, superando en una década a los sistemas VFB convencionales.
Para alcanzar su propósito, la firma ha usado óxido de vanadio y ha usado óxido de vanadio y aplicado un enfoque directo de extracción. La estrategia tomada por la empresa australiana está basada en que la producción ha de ser propia y deben garantizar un control del proceso desde la extracción del material hasta el sistema BESS (Sistema de Almacenamiento de Energía de Baterías, por sus siglas en inglés).
Tanto las baterías de vanadio como las de lidio tienen características diferentes, pero también cuentan con la similitud de que ambas pueden reciclarse. Las baterías de flujo de vanadio pueden disponer de más de 10.000 ciclos de vida frente al litio que no alcanza ese número. Pero, por otra parte, las VFB resisten mejor el sobrecalentamiento y no son inflamable, por lo que se tornan más seguras.
El oro blanco corre peligro con la aparición de un material más eficiente y seguro
Las baterías de flujo también están consideradas como piezas más fiables y seguras que las de iones de litio por varias razones, entre ellas que son muy resistentes al fuego. En una nota de prensa, la compañía matriz de la firma mencionada, Australian Vanadium Ltd (AVL), expone que el estudio realizado por VSUN Energy revela que un sistema de almacenamiento de energía con batería de flujo de vanadio (BESS) de 100 MW y 4 horas de duración puede brindar un coste nivelado de almacenamiento (LCOS) de alrededor de 274 dólares australianos/MWh.
De esta manera, el mineral blanco podría sucumbir ante un material más eficiente, segura y menos costoso. Otra alternativa de la que ya se está hablando es la batería vegetal que usarán los coches del futuro. La producen los bosques y aseguran que es mejor que el litio.