La explotación de recursos submarinos es uno de los motores más relevantes de la economía, pero también la “máquina” que puede acabar con el mundo. Sin embargo, lo que se ve como una oportunidad financiera hoy podría derivar en la aceleración del cambio climático, ocasionando daños irreparables. La minería en aguas profundas tiene que ver con la extracción de metales y minerales valiosos del fondo del océano, en líneas generales a profundidades superiores a los 200 metros.
Los principales objetivos de la minería en aguas profundas abarcan nódulos polimetálicos (ricos en manganeso, níquel, cobalto y cobre), sulfuros masivos en el fondo marino (formados cerca de fuentes hidrotermales, depósitos que atesoran elevadas cantidades de cobre, oro, zinc y plomo) y costras ricas en cobalto níquel y platino.
Cuando se proyectan proyectos mineros, el propósito es obtener recursos valiosos para convertirlos en dinero. No obstante, en el caso de la minería submarina, el precio a pagar es muy elevado. Puede destruir el hábitat; generar plumas de sedimentos, generar ruido, contaminación lumínica y química.
Asimismo, en condiciones normales, las profundidades marinas absorben el calor acumulado y almacenan una cantidad considerable del CO2 generado por la actividad humano, ayudando a aminorar el cambio climático. Este tipo de minería pone en peligro este proceso.
Noruega podría ser testigo del avance de la máquina de la minería submarina
Según comunicó AFP, hay empresas interesadas en comenzar la minería en aguas profundas frente a Noruega. Buscan explorar el lecho marino del Ártico frente a Noruega, que podría pasar a ser el primer país europeo en permitir la máquina de la minería en aguas profundas.
Hace un tiempo atrás, el parlamento noruego había votado de forma masiva a favor de la minería en aguas profundas. Los expertos consideraron que había importantes recursos por extraer y firmas con más de 50 años de experiencia en petróleo y gas en alta mar tenían planes de operar pronto.
Todo parecía estar listo para comenzar, pero, en diciembre, el Gobierno de Noruega dio marcha atrás en su decisión. Denegó las primeras licencias de exploración para 2025.
“Fue, por supuesto, una sorpresa y una decepción… que un partido pequeño pueda hacerse cargo de las negociaciones presupuestarias y tener éxito en bloquear algo que el Parlamento realmente quiere”, observó Anette Broch Mathisen Tvedt, directora gerente de la start-up Adepth, según replicó FRANCE24 con información de la agencia nombrada.
¿Noruega apostará finalmente por la minería submarina?
El día en que Noruega permitió la minería en sus costas fue un contexto negro para los ambientales. Por ende, la noticia de su cancelación fue un atisbo de esperanza para ellos. No obstante, el primer ministro, Jonas Gahr Store, reiteró que solo era un retraso.
Se prevé que las primeras licencias lleguen para 2026, tanto para el mar de Groenlandia como para el mar de Noruega. Este cambio de planes no solo tuvo incidencia en las esperanzas de los ambientales, sino que también influyó en la actividad de varios actores de la industria.
Loke Marine Minerals veía su futuro convertida en un líder mundial, pero tuvo que declararse en bancarrota. Siguiendo esta línea, Green Minerals, tuvo que costear un 80% sus gastos.
“Ahora estamos más preparados que antes para que se nos concedan licencias sobre la plataforma continental noruega. Estaremos aquí durante muchos años”, expuso el director ejecutivo de Green Minerals, Oivind Dahl-Stamnes.
El debate sobre esta “máquina” de destrucción sigue abierto
Los que están a favor de la “máquina” de la minería submarina ven este escenario con una nueva forma de conseguir los minerales y metales necesarios para la transición de la energía verde y acotar la dependencia que se tiene de China, líder de estos recursos a día de hoy.
Se estima que el lecho marino de Noruega albera recursos “sustanciales”, que abarcan 38 millones de toneladas de cobre, 45 millones de toneladas de zinc y grandes volúmenes de minerales de tierras raras, según un análisis oficial publicado en 2023. Por otra parte, los detractores de la “máquina” de la minería submarina siguen advirtiendo sobre su peligrosidad, que ya alcanza a miles de nuevas especies.