La desertificación puede prevenirse: hay que tomar medidas YA. Los científicos alertan que existen grandes brechas en la comprensión y observación de los procesos de desertificación y sus factores subyacentes, entre la mayoría de la población del mundo. Y destacan lo necesaria que es la concienciación global, del peligro que ella representa para la vida en el planeta.
La reducción persistente de la capacidad de los ecosistemas para suministrar servicios es una realidad que ya se está viviendo en las zonas más áridas del planeta. Pero sus efectos tienen un grado de afectación mucho más amplio.
La desertificación tiene fuertes impactos negativos en las tierras no áridas. Las zonas desertificadas pueden ubicarse a miles de kilómetros, pero sus efectos biofísicos incluyen tormentas de polvo, inundaciones y calentamiento global, regional y local.
También existen impactos sociales, que se relacionan principalmente con la migración humana y con los denominados “refugiados económicos”, lo que lleva a una mayor pobreza e inestabilidad política.
¿Es posible hacer algo?
Adaptadas al grado de aridez, las intervenciones y las adaptaciones están disponibles y se utilizan para prevenir la desertificación y restaurar, cuando sea necesario, la capacidad de los ecosistemas de las tierras secas, para prestar servicios.
Una mayor integración de la gestión de la tierra y el agua es un método clave para la prevención de la desertificación. Las comunidades locales desempeñan un papel central en la adopción y el éxito, de políticas eficaces de gestión de la tierra y el agua.
En este sentido, se requiere una capacidad institucional y tecnológica, el acceso a mercados y un capital financiero. Del mismo modo, una mayor integración de los usos de las tierras pastorales y agrícolas, proporciona un medio ambientalmente sostenible, para evitar la desertificación.
Prevenir, es mejor que curar
En general, la prevención es una forma mucho más eficaz de hacer frente a la desertificación, ya que los posteriores intentos de rehabilitar las zonas desertificadas son costosos y tienden a ofrecer resultados limitados.
La desertificación también puede evitarse reduciendo el estrés en los ecosistemas de tierras secas. Esto se puede lograr de dos maneras. Primero, mediante la introducción de medios de vida alternativos, que tienen menos impacto en los recursos de las tierras secas.
Estos medios de subsistencia se benefician de las ventajas únicas de las tierras secas: energía solar disponible durante todo el año, paisajes atractivos y grandes áreas silvestres. Segundo, mediante la creación de oportunidades económicas en centros urbanos y áreas fuera de las tierras secas.
Los escenarios para el desarrollo futuro muestran que es probable que las áreas desertificadas aumenten y que el alivio de las presiones sobre las tierras secas, está fuertemente relacionado con la reducción de la pobreza.
El crecimiento de la población y el aumento de la demanda de alimentos impulsarán la expansión de las tierras cultivadas, a menudo a costa de bosques y praderas. Esto es probable que aumente la extensión espacial de la tierra desertificada.
La lucha eficaz contra la desertificación conducirá a una reducción de la pobreza mundial. Abordar la desertificación es fundamental y esencial para alcanzar con éxito los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Deben darse alternativas viables a las poblaciones de las zonas secas, para que puedan mantener sus medios de vida, sin provocar la desertificación. Estas alternativas deberían estar integradas en las estrategias nacionales para reducir la pobreza y en los programas de acción para luchar contra la desertificación. La desertificación puede prevenirse: hay que tomar medidas YA.