Las redes de arrastre devastan los suelos del Mediterráneo. Son los últimos momentos de nuestra expedición a bordo del Ranger, una expedición durante la cual hemos podido documentar los efectos de la pesca de arrastre en la biodiversidad. Gracias a nuestro ROV hemos podido comprobar cómo en las zonas de pesca de arrastre prácticamente no queda vida.
Mientras que, a pocos metros, en zonas protegidas de la pesca de arrastre gracias a la legislación, la vida se abre camino entre las zonas más afectadas de los fondos marinos del mar Mediterráneo.
Son los momentos finales de nuestra expedición y es hora de hacer balance. Mientras observo a la increíble tripulación que nos ha acompañado en este viaje plegar las velas por última vez, los recuerdos me inundan.
Contra viento y mareas
Muchos son los problemas que hemos tenido que afrontar en esta expedición, es cierto. Pero cuando el viento sopla en la dirección adecuada, los problemas se desvanecen como los barcos que se alejan en el horizonte.
Ha sido inspirador ver a mis colegas esforzarse hasta el último tendón para asegurarse de que el viento siempre viniera de popa. Ambos aquí, a bordo del Ranger, trabajando duro e incansablemente, pero siempre con una sonrisa en el rostro.

Y a cientos de kilómetros de distancia, haciendo ese trabajo duro e invisible que no es tema de publicaciones en redes sociales ni notas de prensa en los periódicos. Pero que es tan importante que sin él no estaríamos hoy aquí.
Al llegar al final de nuestro viaje, el viento se ha vuelto de proa, como si el Mediterráneo no quisiera que nos fuéramos. Como si quisiera que el Ranger navegara para siempre, consciente, tal vez, de que cada milla recorrida significa estar un paso más cerca de volver a ser ese mar abundante, lleno de vida, que nunca debería haber dejado de ser. Las redes de arrastre devastan los suelos del Mediterráneo.
Referencia: ‘Cuando el Mediterráneo envía viento en contra’ de Jorge Blanco, publicado en el Blog de Oceana.