Cada tanto se proponen superideas que permiten el reciclado de los coches de motores térmicos en detrimento de la adquisición de coches eléctricos. Una de ellas es la conversión para que utilicen GLP. Hoy te explicaremos por qué no es la mejor solución si lo que queremos es lograr un cambio real hacia un sistema de movilidad sostenible.
Es necesario saber exactamente cuál es la realidad del GLP, porque recordando el viejo dicho: “no es oro todo lo que reluce” y el Gas Licuado de Petróleo (que es un combustible de origen fósil, digan lo que digan) no es tan maravilloso como algunos lo pintan. Por lo que a la hora de plantearse un cambio, hay que saber qué es exactamente lo que nos aporta y qué desventajas tiene.
Lo positivo es que efectivamente resulta menos contaminante (especialmente si se lo compara con el diésel). Y que es algo más barato que otros combustibles fósiles, dependiendo de las circunstancias de los países productores. Pero ahí se acaban las ventajas, si realmente queremos un futuro más limpio y una movilidad sostenible, esta No es la mejor solucion.
NO todos los vehículos pueden pasarse al AutoGas
Para los coches antiguos, a menos que tengan una homologación rarísima y difícil de conseguir (la R-115), el GLP no es una opción viable. Los vehículos de alta potencia tampoco se pueden adaptar porque no se logran los niveles de homologación requeridos por la UE (la cantidad de gas inyectada no iguala a la de los demás combustibles). Y algunos modelos específicos tienen advertencias de fábrica, que avisan que una conversión implica riesgo de fallos.
Calibración: ¿cuál es la justa?
Luego del cambio del coche a GLP hay que encontrar el punto justo de calibración. O sea, cuál es la cantidad ideal de gas que se debe inyectar y cuándo debe hacerse eso. Y no es una tarea fácil, porque cada kit es diferente. Hasta que el experto dé con la fórmula perfecta podemos sufrir toda clase de problemas.
Habrá avisos de fallos de todo tipo. Un coche que siempre anduvo “como la seda” dará tirones, el ‘tacto’ del motor no será el mismo, las vueltas por minuto o ralentí no tendrán estabilidad. En fin, que hasta dar con la programación que corresponde, será muy necesario armarse de paciencia.
A largo plazo: se avecinan problemas mecánicos
Tras la conversión, un coche GLP puede sufrir varios problemas. El más común de los cuales es el resecado de las válvulas y/o del asiento debido a que, las temperaturas que se generan en la combustión de este carburante son mayores. También se deben controlar la bomba, los inyectores de gas y el equipo GLP en general.
Reducción de espacios y + peso
Dado que los depósitos de GLP son de plástico, no sufren procesos corrosivos, pero sumarán al menos 50 kg al peso total del vehículo. Y una vez reconvertido el coche para funcionar con GLP, no solo contará con sobrepeso, sino que tendrá una merma real del espacio útil del maletero.
El GLP es contaminante y poco fiable
puede que genere menos contaminación que otros, pero sigue siendo un combustible fósil. Por tanto, su combustión genera gases de efecto invernadero, polución tóxica y partículas de diversos tamaños. Todo ello tremendamente perjudicial para el medio ambiente y todos los seres vivos (incluidos los humanos).
Visto lo visto, si realmente queremos apostar por un sistema de traslado eficiente y confiable, el GLP no es una opción. Decididamente, deberíamos apostar por alguna de las alternativas que ofrece la movilidad eléctrica. Que cada día son más y mejores.