España soñó hace 50 años con el «Motor de Agua». Entonces se creía que violaba las leyes físicas, pero hoy podemos decir que es una realidad. Allá por los años 70, el petróleo puso en jaque la economía mundial. Era el momento perfecto para que los inventores revolucionarios se lucieron y así fue en el caso del inventor extremeño Arturo Estévez Varela.
El Nacido en Valle de la Serena (Badajoz) en 1914 se propuso hacer historia con un «Motor de Agua». En 1971, aprovechó la fama que le habían dado otros inventos para presentar su producto más ambicioso: un generador de hidrógeno capaz de reemplazar los combustibles convencionales en motores de explosión.
Este sistema funcionaba a través de una reacción química donde el agua, al entrar en contacto con una sustancia mineral secreto, liberaba hidrógeno.
Estévez estaba convencido de que su invento llegaría lejos y recorrió el país en un ciclomotor adaptado con su combustible secreto. Usaba un botijo lleno de agua, del que solía beber para garantizar su pureza, que después vertía en el generador. Después, agregaba unas piedras misteriosas y arrancaba el motor frente a un público atónito.
¿Por qué el «Motor de Agua» de Estévez no prosperó?
Pese a que las demostraciones públicas retumbaron en todo el país, expertos en el tema no tardaron en exponer algunos “contras” del invento. Algunos aseguraron que el motor dependía de una sustancia que probablemente se componía de boro, un material sumamente costoso. Estévez negó esto, advirtiendo que su mezcla era mucho más económica, pero nunca reveló cuál era.
El argumento en contra del agua como combustible tiene que ver con dos discrepancias con las leyes de la física: el principio de conservación de la energía y la segunda ley de la termodinámica. El primero determina que la energía no se crea ni se destruye. Solo se transforma de una forma a otra.
Analizando el comportamiento del motor de agua, la energía requerida para separar el hidrógeno del oxígeno a través de electrólisis supera la que podría conseguirse al reconvertir el hidrógeno en energía mecánica. De esta manera, se contradice este principio.
La segunda ley de la termodinámica advierte que, en cualquier procedimiento de conversión de energía, siempre se genera una pérdida en forma de calor y otros subproductos. Esta ley estipula que la eficiencia global del sistema nunca será del 100%. Las pérdidas energéticas en cada etapa del proceso que tiene que ver con el motor de agua convertirían el sistema en una opción físicamente inviable para crear más energía de la invertida.
Francisco Franco, máximo dirigente en aquella época, ordenó una investigación que no arrojó resultados precisos y terminó colmando la paciencia del entonces ministro de Industria, quien habría calificado el motor como una “broma”. Dichas declaraciones oficiales jugaron en contra del proyecto de Estévez, pero siguió luchando hasta el cansancio por su motor.
Cedió la patente de su generado al Estado español, con las esperanzas puestas en que se desarrollara para el beneficio común. No obstante, su invento nunca llegó a prosperar. Varela incluso trató de comercializar su sistema de propulsión. Vendió parte de los derechos a José Carrera Rey, con quien fundó la compañía Aguacar S.A. en Barcelona.
Estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias por demostrar que si invento funcionaba, pero las pruebas adicionales del generador no cumplieron las expectativas. Carrera lo consideró una burla y presentó una querella contra Estévez por estafa. Un panorama impactante que hoy es impensado teniendo sobre la mesa propuestas como este motor de agua 1000 veces más potente que el hidrógeno.
¿El motor de agua de Estévez funcionaba?
Después de ser absuelto de las acusaciones de estafa, Arturo se alejó de la vida pública y se despidió de la vida en los años 90, llevándose a la tumba secretos que el mundo sigue tratando de descifrar. El debate sobre la funcionalidad de su invento sigue vigente. Expertos a la altura de Pablo Ibáñez aseguran que, aunque el agua no es un combustible en sí mismo, su hidrógeno sí puede aprovecharse a través de un proceso químico.
Lo que no se contó en su día es que su invento estaba basado en un proceso de electrólisis, por el que el agua quedaba separada en hidrógeno y oxígeno para usar en su mayoría el hidrógeno como combustible.
¿Hoy existe el motor de agua?
Aunque no de la forma que planteaba Estévez Varela, ahora el mundo sí está explorando el “motor de agua”, al que se llama “motor de hidrógeno”. Algunos lo vinculan con el agua directamente porque el único subproducto que deja el hidrógeno al actuar como combustible es agua.
De hecho, ya existen algunos vehículos con motores de hidrógeno totalmente funcionales como los coches Toyota Mirai o Hyundai Nexo, por no hablar de esta motocicleta proveniente de Japón. Aunque, cabe destacar, que en las nuevas piezas el procedimiento no tiene secretos, dado que se utilizan pilas de combustibles o motores de combustión interna de hidrógeno, sin fórmulas y recursos secretos para el usuario.