Las esperanzas de obtener independencia con Northvolt han quedado desechas. Una situación que ha traído consigo diferentes reacciones. Europa está de rodillas mientras que China sonríe en silencio. El país asiático se posiciona como el principal productor mundial de baterías, con más del 75% de las baterías vendidas en 2024 fabricadas en China, según reporta la revista Quo.
Sus precios disminuyeron casi un 30% ese año, logrando que los vehículos eléctricos en China sean más económicos que las piezas de combustión interna. El dominio oriental tiene su razón de ser en cuatro puntos principales: su extensa experiencia en fabricación, la integración vertical de su cadena de suministro, la apuesta por baterías LFP más asequibles y la fuerte competencia interna.
Más del 70% de todas las baterías para coches eléctricos en la historia son producción directa de China. Un contexto que ha hecho posible el desarrollo de gigantes a la altura de CATL y BYD. Estas compañías han optimizado la elaboración y bajado costos de forma más ágil que sus competidores.
Sumado a esto, el panorama chino de baterías contempla desde la extracción de materiales hasta la producción final de coches eléctrico, facilitando la innovación y el control de costos.
Europa queda de rodillas ante China: pensamos que nos libraríamos de su yugo, pero no será así
En este contexto, Europa conservó durante los últimos años la esperanza de acotar su dependencia a Asia en la producción de baterías para coches eléctricos. Esa esperanza se llamaba Northvolt, un fabricante sueco de baterías. Decimos era porque acaba de anunciar oficialmente su quiebra. Así lo han informado medios suecos como DN.
Asimismo, la propia empresa difundió un comunicado, consigna por Dagens Juridik, donde se declaraba en quiebra, asegurando que era la única solución para sus problemas. La decisión estuvo a cargo del consejo de administración de Northvolt y fue confirmada por el Tribunal de Distrito de Estocolmo. Su devastador final llega después de una ardua lucha financiera que se extendió por más de un año.
Northvolt nació en 2016 con la idea de transformarse en un actor clave en la transición energética europea. Peter Carlsson, exdirectivo de Tesla, fue su fundador. Desde el principio, hubo grandes expectativas sobre su valor, tanto fue así que consiguió el apoyo de importantes compañías como Volkswagen (21 % de participación), Goldman Sachs (19 %) y BMW.
No obstante, los últimos meses fueron muy complicados para la empresa, que se vio envuelta en una tela de araña compuesta por una serie de problemas financieros graves, fallos de producción y una pérdida de inversores clave. La consecución de sucesos desafortunados dio como resultado una triste y precipitada quiebra definitiva.
Ahora Europa mira nuevamente a China como su proveedor de baterías por excelencia, junto a otras alternativas como esta batería que utiliza basura como materia prima.
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Desde el verano pasado, Northvolt ya se enfrentaba a un escenario convulsionado marcado por retrasos en la producción, recortes de plantilla y dificultades para lograr la financiación de su gigafactoría en el municipio sueco de Skellefteå.
En noviembre de 2024, se procedió a su reorganización para tratar se adquirir liquidez. Un intento desesperado, pero inútil. A finales de 2024, la deuda de la firma anotaba 8000 millones de dólares, con un pasivo de 58 000 millones de coronas suecas frente a unos activos de tan solo 23 500 millones.
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“A pesar de que la compañía ha agotado todas las opciones disponibles para negociar e implementar una reestructuración financiera, incluido un proceso del Capítulo 11 en los EEUU, y a pesar del apoyo de liquidez de nuestros prestamistas y contrapartes clave, la compañía no pudo asegurar las condiciones financieras necesarias para continuar”, recoge el comunicado.
La falta de inversión ha sido fulminante para el fin de Northvolt. En enero de 2025, la compañía buscaba de manera desesperada una nueva financiación por valor de 1200 millones de dólares, pero sus esfuerzos no fueron suficientes.
A esta situación se agregó la pérdida de clientes clave, como BMW, que echó atrás un control de 2000 millones de euros por problemas de calidad y cantidad en la producción de celdas de baterías. La tendencia del mercado hacia baterías de litio-ferrofosfato (LFP), más económicas y seguras, debilitó el lugar de Northvolt, que se centraba en la química NMC (níquel-manganeso-cobalto).
La quiebra de Northvolt es un duro golpe para la Unión Europea, que ahora pone sus esperanzas sobre otras propuestas como Automotive Cells Company (ACC), el consorcio franco-alemán apoyado por Stellantis, Mercedes-Benz y TotalEnergies.
No obstante, ACC tampoco está en condiciones de brindar una gran seguridad a Europa, puesto que su producción todavía es limitada y algunas de sus iniciativas están en pausa. Por ahora, parece que el dominio de las baterías seguirá bajo el cobijo de China. Aun así, esto podría cambiar en cualquier momento debido al avance exacerbado de Oriente Medio, que utiliza ropa para crear las mejores baterías del mundo.




















