Francia está dispuesta a salvar los planes de Europa. Podría lograrlo con unos motores que parecen traídos del futuro. Hace años que se trabaja en la descarbonización del transporte pesado. Los combustibles que, durante décadas, han demostrado su valía, hoy registran una huella ambiental demasiado alta para seguir teniéndolos en cuenta. El camino hacia la movilidad sostenible es largo y complejo. Paso a paso, la humanidad se acerca al escenario limpio que sueña, uno en el que Francia podría estar más que involucrada.
Francia tiene unos motores cruciales para la descarbonización del transporte pesado
Tras hacerse pública la existencia de los camiones de dos cabezas, Francia se ha posicionado en el centro de la escena. En esta ocasión, el protagonismo se lo lleva la startup francesa Retrofit Hydrogène (RH2), que ha creado HyWICE, una solución concreta y accesible.
Permite la descarbonización del transporte pesado sin necesidad de partir desde cero. La tecnología Retrofit Hydrogène (RH2) convierte motores diésel ya existentes en motores propulsados por hidrógeno. Todo esto sin reemplazar el bloque motor ni reinterpretar de forma completa el vehículo.
Esto supone una opción viable frente a los altos costes de los coches eléctricos o de pila de combustible. Integra un espaciador patentado, que permite la inyección de hidrógeno (H2) y agua (H2O) en la cámara de combustible. El agua cumple un doble objetivo.
Por un lado, regula la temperatura de combustión y, por otro, evita la creación de óxidos de nitrógeno (NOx), uno de los contaminantes más dañinos difundidos por el transporte pesado. El hidrógeno toma el rol de combustible principal, acotando las emisiones de carbono de manera considerable.
Un proceso que deja como resultado una tecnología limpia, potente y económica, que muestra compatibilidad con camiones, autobuses y barcazas, aplicable en términos globales.
Ventajas de la tecnología propuesta por Francia
La iniciativa de Francia afronta uno de los retos más grandes de la transición energética, que es el qué hacer con el parque de vehículos ya existente. En la actualidad, sustituir cada camión activo por otro propulsado por electricidad o hidrógeno resulta costoso. Además, no podría efectuarse con efectividad a corto plazo.
Retrofit Hydrogène atesora bajo su manto una solución pragmática: adaptar los vehículos aptos para el funcionamiento, utilizando menos recursos de lo que supondría un cambio radical en la flota actual.
Recurrir a esta tecnología de Francia supone una disminución inmediata de CO2 de hasta 2,5 kg menos de CO2 por kilómetro recorrido por camión. Asimismo, se alza como una solución con cero emisiones locales.
No difunde partículas ni gases contaminantes al circular, mejorando así la calidad del aire en áreas urbanas e industriales. Al no necesitar de tierras raras ni metales escasos, se evitar parte del impacto ambiental ocasionado por la minería intensiva vinculada a otras tecnologías limpias.
Promesa de los nuevos motores de Francia
Debido al crecimiento internacional de la electricidad verde (proveniente de las energías solar, eólica e hidráulica), el hidrógeno está convirtiéndose en un combustible más accesible, hasta en países emergentes.
Este aspecto es vital para la tecnología de Francia, dado que el RH2 puede instaurarse en las ubicaciones donde más se necesita, sin la exigencia de una red eléctrica de alta potencia o una infraestructura refinada.
Uno de los principales obstáculos en la adopción de soluciones sostenibles en el transporte pesado es su alto coste. La propuesta de Francia es hasta tres veces más barata que un sistema basado en baterías o celdas de combustible, sin que esto suponga un sacrificio en cuanto a eficiencia y fiabilidad.
Ofrece un precio competitivo de hidrógeno inferior a 9 euros/kg, abarcando operación y mantenimiento. Además, el sistema se amortiza en menos de cinco años, sobre todo en ubicaciones en las que se implementan impuestos sobre el carbono.
Ante una Europa con planes exigentes a nivel ambiental, Francia ofrece una solución: transformar lo que ya existe. Podrá hacerlo con estos motores, aparentemente más económicos que cualquier eléctrico. Mientras se baraja esta posibilidad, los fabricantes de camiones piden soluciones para cumplir el objetivo CO2 en 2030.