Los motores eléctricos y de hidrógeno quedan a un lado ante el surgimiento de un combustible 700 veces más potente. Hace un tiempo que se habla sobre un nuevo futuro para la movilidad, un futuro en el que la combustión no solo no está viendo vista, sino que es la enemiga número uno de la humanidad.
Bajo este marco sostenible y de constante búsqueda de nuevas formas de transporte, los vehículos eléctricos y de hidrógeno son los favoritos de expertos y conductores particulares. El vehículo de hidrógeno emplea una pila de combustible para producir electricidad a bordo.
El proceso da inicio con el almacenamiento gaseoso en tanques a una presión elevada. Durante la conducción, el hidrógeno se canaliza hacia la pila de combustible, donde este reacciona con el oxígeno del aire en una reacción electroquímica controlada. Dicha reacción produce la electricidad que abastece al motor eléctrico del vehículo, desprendiendo como único subproducto vapor de agua.
En contraposición, el coche eléctrico funciona almacenando electricidad en una batería recargable que alimenta uno o varios motores eléctricos. Su batería se carga conectándola a la red eléctrica mediante un punto de recarga.
Cuando el conductor decide pisar el acelerador, la batería brinda suministro de energía al motor eléctrico, que pasa la electricidad a movimiento mecánico, generando impulso en las ruedas. Los vehículos eléctricos de batería almacenan la electricidad que debe recargarse de forma externa y los de hidrógeno generar electricidad propia.
Los motores eléctricos y de hidrógeno tiemblan ante la aparición de un combustible mucho más potente
Tras el furor causado por este combustible súper potente , aseguran que el futuro del combustible renovable para vehículos puede radicar en el nitrógeno, un combustible 700 veces más potente que el hidrógeno. Debido a las bondades sostenibles que presenta el vehículo de hidrógeno, muchos consideran que es el combustible del futuro.
Lo ven así porque se trata de la sustancia más abundante del mundo y el único residuo que deja al utilizarlo como combustible es vapor de agua. Pero no todo es color de rosa con el hidrógeno. Uno de sus problemas más graves es que responde a una sustancia cara de producir.
Generalmente, el hidrógeno suele ir unido a otra cosa, por ejemplo, oxígeno. En estos casos, los expertos que quieren disfrutar del hidrógeno deben dividir ambas sustancias y después sobreenfriar el hidrógeno para que este llegue a un estado líquido utilizable.
El desempeño de este proceso es costoso y complejo, puesto que conservar el hidrógeno a una temperatura superenfriada es difícil. Su elevado precio continúa siendo una limitación en la economía actual que a muchos les impide verlo como un combustible de aplicación real.
Nitrógeno, el combustible capaz de jubilar los motores eléctricos y de hidrógeno
En este contexto, una compañía de Londres trabaja en una alternativa al hidrógeno. Su apuesta es un motor de nitrógeno. El comportamiento del nitrógeno es bastante similar al que manifiestan los motores convencionales.
En ambos se genera una reacción química que dispara los pistones. El nitrógeno se expande más de 710 veces entre el estado líquido y gaseoso, haciendo viable su uso en motores, sin necesidad de un sistema de suministro para evaluar su efectividad.
Los motores de nitrógeno ya están siendo probados: pueden acabar con los mismísimos eléctricos
Respecto a los subproductos del nitrógeno, son libres de carbono: un mix de oxígeno y nitrógeno de aire y nitrógeno puro. Esto resulta positivo en la mayor parte, puesto que el método funciona más fácilmente que uno de hidrógeno y no se originan gases de efecto invernadero.
Los próximos años serán decisivos para definir si este combustible prolifera o se queda en una mera ilusión. Por ahora, los motores eléctricos y de hidrógeno siguen avanzando, con piezas tan llamativas como el coche eléctrico más vendido de China.