El océano escondería en sus aguas el combustible más insólito que hemos visto. Ya ha sido probado en un coche y lleva 350.000 km. Después de la noticia sobre los coches de energía marina pensamos que no veríamos algo ni parecido, pero este invento ha revolucionado el mundo energético. La búsqueda de la descarbonización está latente y ya ha cambiado el concepto de movilidad.
La búsqueda de la máxima eficiencia y de alternativas que bajen tanto los consumos como los niveles de emisiones están llevando a los fabricantes a elaborar nuevos e innovadores sistemas que supongan una alternativa viable a los motores de combustión.
Aunque la atención está posicionada sobre los coches eléctricos, todavía queda un largo camino para que se vean como la primera opción en cuanto a movilidad. Para que eso suceda, sus fabricantes deberían acabar con sus desafíos técnicos, que son principalmente la falta de infraestructura de recarga y una escasa autonomía.
El océano tendría el combustible que llevábamos tiempo buscando
Bajo estas circunstancias, diferentes compañías se han puesto manos a la obra y han decidido traer al mercado soluciones diferentes. Así es como llegó la propuesta del vehículo One por parte de la empresa holandesa Lightyear.
Este es el primer automóvil capaz de transformar la energía solar en electricidad que mueve sus motores. Dispone de una autonomía de 725 km y en 2019 se reveló que el precio estaba alrededor de los 150.000 euros. Sin embargo, Lightyear no fue la única empresa que se decantó por esta apuesta.
También lo hizo NanoFlowcell, una compañía de Liechtenstein. Desarrolló un coche que funciona a partir de agua salada. Fue presentado a la sociedad a finales de 2016 y, desde ese momento, ha superado más de 350.000 km.
La empresa hizo pruebas de más de 10.000 horas de conducción en las que se demostró que no hubo problemas más allá de los que podrían presentarse en los vehículos convencionales: cambio de neumáticos, frenos y algunas reparaciones menores.
El océano guardaría el combustible que este coche necesita para triunfar
Su funcionamiento continúa siendo como el de un automóvil eléctrico con la diferencia de que sus baterías no son de ion litio, sino de bi-ION, una solución electrolítica salina desarrollada por NanoFlowcell, por lo que en realidad no es agua de mar, pero sí resulta compatible con el medio ambiente.
Dicho líquido queda almacenado en dos depósitos de 350 litros para que circule después por una membrana que los transforme en la energía eléctrica encargada de mover el coche. Se distingue de otros modelos eléctricos por su rendimiento, seguridad, fácil mantenimiento y consumo.
Durante la prueba gastó una medida de entre 8 y 10 kWh por cada 100 km. Al mismo tiempo, destaca por su autonomía. Con cada carga, el Quantino (modelo de NanoFlowcell) podría recorrer más de 1.000 km, y por la rapidez de carga, solo le son necesarios unos minutos para estar totalmente cargado.
Funciona con un sistema de 48 voltios de bajo voltaje con el objetivo de bajar el coste y el peso de los elementos de alto voltaje usados en otras piezas eléctricas.
“El QUANTiNO 48VOLT es la primera alternativa ecológica real para conductores de alto kilometraje, con un concepto interior 2+2 que ofrece a las familias los beneficios de un crossover compacto”, señala la compañía.
Si bien el agua salada empleada en este género no proviene del océano, de alguna manera los usuarios siempre lo asociarán con el concepto de agua de mar, aun cuando se sepa que es una solución electrolítica salina desarrollada por NanoFlowcell.
Por ahora, no es una opción tan viable como las piezas convencionales. Hasta que llegue el día en que la descarbonización sea 100% posible, tenemos que “conformarnos” con los modelos actuales.