Se realizarán diferentes actividades lúdicas y educativas en: San Vicente de Chucurí, Betulia y Zapatoca (Santander); en Jardín (Antioquia); en Roncesvalles (Tolima); en Génova (Quindío); Puerto Pinzón (Boyacá) y en Bogotá.
Este Festival celebra el increíble desplazamiento de ida y vuelta que realizan estas aves cada año volando miles de kilómetros sobre glaciares, bosques, cordilleras, playas, islas y océanos. Durante su viaje enfrentan condiciones climáticas extremas: tormentas, vientos fuertes y cambios drásticos de temperatura. De la misma forma deben vencer sus propios límites físicos para combatir la fatiga producida por el extenuante ejercicio que conlleva un desplazamiento a tan enorme distancia.
Al llegar a nuestros países estas aves buscan hábitats favorables para pasar dos tercios del año pero desafortunadamente en cada viaje se encuentran con un paisaje cada vez más transformado que pone en peligro su supervivencia.
Conscientes de esta amenaza, ProAves desarrolla desde el año 2004 el Festival de Aves Migratorias y este año en nuestra séptima versión, queremos hacer énfasis en la importancia que tiene la conservación del hábitat de las aves migratorias y lograr la sensibilización y compromiso de las comunidades para preservar y asegurar su regreso en cada viaje migratorio.
La migración ocurre gracias a adaptaciones fisiológicas que les permiten a las aves volar a largas distancias para explotar recursos alimenticios dependiendo la época del año y así aumentar su éxito reproductivo. Las variaciones en los patrones de la migración son tantos como numerosos son los tipos de aves que migran. Tangaras, Reinitas, Rapaces, Gallinazos, Semilleros, Garzas, Patos, entre otras.
Afiche: Paula Romero y Fernando Laverde de la Fundación Arte y Conservación.
De las 183 especies de aves migratorias que hay registradas para Colombia, las aves migratorias neotropicales, es decir, aquellas especies que se reproducen en Canadá y Estados Unidos durante los meses de abril a junio, son las más abundantes. Estas aves permanecen dos tercios del año en los trópicos y se pueden observar desde julio hasta marzo, siendo octubre el mayor pico de abundancia.
Colombia por su posición estratégica en el norte de Suramérica es la puerta de entrada de millones de estos individuos, año tras año algunas se quedan en nuestro territorio y otras siguen su camino más al sur. La mayoría de las aves que migran a lo largo de largas distancias viajan durante la noche cuando las temperaturas son más frescas, el aire es tranquilo y sus depredadores, las aves rapaces, no son activas.
Aunque las aves acumulan reservas de grasa de hasta el 50% de su peso corporal antes de partir, los rigores de los vuelos de larga distancia requieren que la mayoría de las aves paren, descansen y se reabastezcan muchas veces antes de llegar a su destino final. Sin lugares adecuados a lo largo de la ruta que les provean un rápido y adecuado abastecimiento de reservas de grasa, un refugio de los depredadores y agua para rehidratación es difícil que puedan continuar con su viaje.
En el marco de sus acciones la Fundación ProAves viene desarrollando El Programa Nacional de Conservación de Aves Migratorias el cual tiene como uno de sus propósitos implementar una red de monitoreo de aves migratorias a lo largo del territorio Colombiano que permita evaluar su distribución, sus movimientos y las amenazas que enfrentan para asegurar su supervivencia mediante acciones de conservación efectivas en áreas clave; sensibilizando a las comunidades, fortaleciendo la capacidad local en técnicas de monitoreo y generando alianzas estratégicas de conservación.
El hecho de que la biodiversidad se encuentre en peligro es un reflejo de la salud del ambiente que la soporta. El ser humano necesita un ambiente saludable para sobrevivir, con disponibilidad de agua potable, suelos fértiles y aire limpio. En esa medida conservar a las aves migratorias es conservarnos a nosotros mismos, es empezar a reconstruir un mejor ambiente, es garantizar un mejor futuro para las siguientes generaciones.