Repuesta de los antílopes al calentamiento global. El calentamiento global es una realidad en todo el mundo. Pero en el sur de África, el aumento está siendo especialmente preocupante. Muchos animales salvajes dependen de ecosistemas delicados que ya están secos. Por lo que la escasez de alimentos y agua limita su capacidad para hacer frente al aumento del calor. Lo que los pone en grave riesgo de perecer.
Los científicos estudiaron el comportamiento de tres especies diferentes de antílopes que habitan en Namibia. Su objetivo era tratar de comprender de qué forma conseguían adaptarse al calor, animales de diferentes tamaños y comportamientos.
“Incluso la vida silvestre autóctona, adaptada a condiciones cálidas y áridas, muestra sensibilidad al calor extremo”, dijo el autor principal, Paul Berry, de la Universidad de Potsdam. “Necesitamos considerar la posibilidad de que influencias antropogénicas adicionales, como la fragmentación del hábitat o la deforestación, puedan agravar el efecto del aumento de las temperaturas”.

Abordar el estrés térmico
Los animales pueden responder a las altas temperaturas de varias maneras diferentes. Son capaces de realizar cambios genéticos, migrar, etc. Pero la respuesta más flexible es cambiar su comportamiento. Los animales pueden trasladarse a áreas más frescas dentro de sus territorios o cambiar su postura.
También son capaces de disminuir o aumentar su actividad para controlar cantidad de su consumo de energía. Todas estas formas de contrarrestar el estrés por calor imponen costes físicos y tienen limitaciones. Pero no podemos entender las ventajas y desventajas de estos recursos, sin comprender primero cómo los usan los animales.
Tres especies
El equipo estudió tres especies de antílopes:
- la pequeña gacela saltarina de El Cabo o Springbok (Antidorcas marsupialis)
- el kudu o antílope jeroglífico (Tragelaphus scriptus) de tamaño mediano
- el eland (Taurotragus oryx) es la especie más grande de antílopes.
La gacela prefiere hábitats abiertos y se mueve mucho entre diferentes áreas. Mientras que el kudu prefiere los bosques y es más estable. Los eland también son relativamente móviles y presentan una amplia gama de hábitos. Además, al igual que las gacelas, son en gran medida independientes del agua, siempre que haya suficiente humedad en su comida.
Los científicos colocaron a los animales adultos collares portadores de acelerómetros que midieron sus movimientos en los períodos más cálidos del año entre 2019 y 2021. Luego cruzaron estos datos con mediciones registradas por una estación meteorológica local y mapas que rastrean las temperaturas que afectaban a las diferentes especies.

Springbok: la más afectada
Las temperaturas más altas afectaron más la actividad de las gacelas. El aumento del calor condujo a una disminución de la actividad. Ya que se movían menos durante el día, algo que no se compensaba con más actividad nocturna.
El Eland cambió su actividad del día a la noche, pero en general se vieron menos afectados. Esto tal vez sucede porque no se alimentan en áreas abiertas y expuestas como suelen hacerlo las gacelas. La actividad de los kudu cambió muy poco. Ya que prefieren estar a la sombra y son menos móviles que cualquiera de las otras especies.
Los Eland y kudu también son más grandes, por lo que además de verse menos afectados por el riesgo de depredación (porque son más difíciles de cazar), pueden absorber un mayor aumento de calor antes de verse gravemente afectados por el estrés térmico.
«Si bien demostramos cómo los antílopes difieren en su respuesta al calor extremo, sería interesante saber también cómo cambian su comportamiento», dijo Berry. “Tenemos la intención de utilizar modelos de aprendizaje automático para clasificar diferentes tipos de comportamiento. Como la alimentación, el descanso y el movimiento. Y queremos valorarlos en función de los datos del acelerómetro que se han asignado al comportamiento mediante la observación directa”.

¿Una respuesta replicable?
Los científicos también plantearon la hipótesis de que la respuesta al calor de otros animales podría verse afectada de manera similar por estos factores de tamaño corporal y preferencia de hábitat. Pero se necesitará más investigación para determinar esto.
Dado que el estrés por calor que no es letal puede afectar la salud y la aptitud reproductiva de una población animal, los autores advirtieron que un mayor estrés por calor podría provocar cambios en el ecosistema, con consecuencias significativas para el área local.
«Gestionar la tierra tanto de forma económicamente viable como ecológicamente sostenible es una tarea compleja. Con implicaciones de gran alcance para el bienestar social y económico de los habitantes de la región». Esto lo dijo el Dr. Niels Blaum de la Universidad de Potsdam, autor principal del estudio. «Por lo tanto, es muy importante profundizar nuestra comprensión de los ecosistemas de la sabana árida». Repuesta de los antílopes al calentamiento global.
Referencia: publicación en Frontiers in Ecology and Evolution