En este marco, ya están emergiendo empresas que producen moda de una forma sostenible a fin de aminorar el impacto de su actividad sobre el entorno, pero se precisan soluciones de gran alcance para abordar los desafíos ambientales de esta industria.
El consumo de moda es masivo. Un claro ejemplo de ello es que, en un período de 15 años, ha disminuido en un 36% el número de veces que se usa una prenda. De dar continuidad a esta tendencia, la industria de la moda consumirá en 2050 una cuarta parte del presupuesto mundial de carbono, con la particularidad de que el lavado de prendas libera al océano medio millón de toneladas de microfibras cada año.
En este marco, ya están emergiendo empresas que producen moda de una forma sostenible a fin de aminorar el impacto de su actividad sobre el entorno, pero se precisan soluciones de gran alcance para abordar los desafíos ambientales de esta industria.
“Piensa en el planeta, vive simple”
Es por ello que la cuarta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que tendrá lugar el próximo mes de marzo, girará en buena parte en torno a esta temática y lo hará bajo el lema “Piensa en el planeta, vive simple”, llamando la atención sobre la necesidad de pensar más allá de los patrones prevalecientes y vivir dentro de los límites sostenibles.
Asimismo, ONU Medio Ambiente lanzará formalmente en esta Asamblea la Alianza de las Naciones Unidas sobre la Moda Sostenible a fin de promover que el sector privado, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales trabajen para reducir los negativos impactos de la industria de la moda desde la perspectiva social, económica y social, y conseguir que el sector sea un impulsor de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Las agencias de la ONU se están empleando a fondo en este cometido. Es el caso de la FAO, que protege las tierras cultivables, y la Iniciativa de Moda Ética establecida por el Centro de Comercio Internacional y ONU Medio Ambiente, que fomenta prácticas de producción sotenibles.
Buenas prácticas
También debe mirarse hacia empresas pioneras como la española Ecoalf, que recolecta residuos marinos en más de una treintena de puertos y los convierte en ropa, zapatos o bolsos, o la firma GumDrop, con sede en Ámsterdam, que recoge chicles y los convierte en un nuevo tipo de goma “Gum-tec” que usa para fabricar zapatos, en colaboración con el grupo de mercado I Ámsterdam y la firma de moda Explicit.
Por su parte, Tonlé, con sede en Camboya, utiliza el tejido sobrante de las grandes fábricas de ropa para crear nuevas colecciones de moda, y Wintervacht, de los Países Bajos, convierte las mantas y cortinas en abrigos y chaquetas. Nudie Jeams, en Gotemburgo (Suecia), utiliza algodón orgánico para sus pantalones y ofrece reparaciones gratuitas de por vida. Asimismo, Patagonia, una minorista con sede en California, fabrica desde 1993 cazadoras polares con poliéster a partir de botellas recicladas, en alianza con Polartec, un diseñador textil con sede en Massachusetts.