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sábado, junio 3, 2023

Petróleo caro y peligroso

La exploración y extracción en aguas profundas y ultra profundas es una de las nuevas fronteras que la industria del petróleo se ha visto obligada a traspasar a causa del agotamiento de los yacimientos terrestres. Si pudiésemos extraer petróleo en tierra firme, perforando a dos kilómetros de profundidad, ¿por qué perforar en el mar, bajo una lámina de agua de un kilómetro y medio y diez kilómetros bajo las rocas? Las explotaciones petrolíferas del Golfo de México no han conseguido detener el irreversible declive que ha experimentado la extracción de petróleo en los Estados Unidos desde 1970, pero sí han ayudado a disminuir las importaciones de crudo de otros países, siendo en 2007 un 22% de la extracción total.

Globalmente el petróleo marino supuso un 6% de la producción en 2007. Los yacimientos marinos constituyen una oportunidad para la industria, especialmente en zonas como Brasil, Angola, Nigeria y los EE.UU., que suponen un 70% de todas las reservas marinas de petróleo del mundo (entre 160 y 300.000 millones de barriles de petróleo, o diez años de consumo mundial al ritmo actual). Una oportunidad no exenta de riesgos.

La exploración y extracción en las llamadas aguas ultra profundas (más de 1.500 metros de profundidad) esta sujeta al desafío de las altas temperaturas y presiones, al comportamiento casi plástico de estratos salinos de más de tres kilómetros de profundidad, a la presencia de gas natural a gran presión, y a la utilización de complejos mecanismos robotizados construidos a medida. Si la extracción de petróleo ya es en sí una proeza técnica, la profundidad y el medio marino hacen las cosas aún más complicadas, como demuestra el accidente sufrido por la plataforma petrolífera alquilada por British Petroleum.

El 20 de abril de 2010 una explosión en la Deepwater Horizon provocó un incendió que mató a 11 de trabajadores y el hundimiento del barco dos días después. El accidente se produjo cuando estaban construyendo, a más de un kilómetro y medio de profundidad, una estructura de cemento que es la que conecta los tubos de perforación con las conducciones que llevan el petróleo hasta la superficie y que es donde se separa el petróleo del gas natural, del agua marina y de la arena. Aunque no se sabe con exactitud la causa del accidente, se especula con una reacción inesperada de la inyección de cemento que provocó que una gran cantidad de gas natural ascendiese por la tubería y provocase el incendio en superficie.

Se estima que cada día se vierten 5.000 barriles de petróleo al mar de la fuga provocada por el accidente. A modo de comparación, el vertido total del Exxon Valdez fue de 271.000 barriles, así que si el vertido continúa durante 50 días más igualaría el catastrófico vertido en las costas de Alaska de 1989. Recientemente fallaron los esfuerzos para construir una cúpula que contuviese el vertido y ahora la solución más segura será perforar un pozo adyacente que intercepte el flujo de petróleo y sellarlo con cemento. Pero esto llevará unos 90 días, y mientras tanto el vertido está poniendo en peligro los ecosistemas y las economías de la zona.

La industria del petróleo, especialmente las compañías privadas, se enfrentan a un aumento de los costes y a un aumento de la dificultad de los proyectos, dado que cada vez se descubren menos yacimientos de petróleo convencional fácil de extraer. Literalmente, necesitan inventar nuevas técnicas de extracción a medida que las necesitan, y dados los ambientes extremos en los que tienen que trabajar, el resultado son a veces calamidades como la del Deepwater Horizon. Con todo, ni siquiera el petróleo de las aguas ultra profundas será suficiente para detener el declive de los yacimientos. ¿Vale la pena correr con tales riesgos humanos y medioambientales por alargar un poco más nuestra adicción al petróleo?

www.sostenible.cat – Daniel Gómez Cañete

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