África ha dado inicio a la mayor movilización de la historia con más de una decena de naciones involucradas. Se trata de un proyecto ambicioso con el que se busca contrarrestar las dos grandes problemáticas con las que se topa la región del Sáhara, particularmente el Sahel. Por un lado, hace frente a un cuadro ecológico complejo, marcado por un cuadro de desertificación y degradación de tierras. Asimismo, se enfrenta a un escenario económico difícil ocasionada por el éxodo rural y la pobreza.
África se involucra en un ambicioso proyecto que busca potenciar la región
Después de que África utilizara moléculas de agua para cocinar sus alimentos, el mundo mira de cerca lo que está pasando con su proyecto de gran envergadura.
Al margen de lo que un simple proyecto técnico podría ocasionar, también podemos vislumbrarlo como una iniciativa política ejecutada por múltiples países afectados por la falta de agua. Las naciones involucradas pretenden despertar el interés de los pobladores y modificar sus pensamientos.
¿Cómo? Impulsando una actividad agrícola capaz de frenar la erosión. El África subsahariana se topa de frente con severos retos, muchos de ellos interrelacionados, como la seguridad alimentaria e hídrica, la reducción de la degradación del suelo, una administración sostenible de los recursos naturales y los ecosistemas y la disminución de la pobreza extrema.
Todos estos desafíos se intensifican en el Sahel. En esta línea, el alza en las temperaturas y la transformación de los estándares de precipitaciones suelen intensificar los riesgos medioambientales.
La mayor movilización de la historia de África
Así las cosas, en el corazón del Sahel, una pared de 10 000 árboles plantados a lo largo de seis kilómetros ofrece protección a una aldea del viento. Este discreto ejemplo es partícipe de la Gran Muralla Verde, la mayor movilización de la historia de África.
Un cinturón cubierto de vegetación con un registro de 8000 kilómetros de largo y 15 de ancho. La Unión Africana decidió lanzar esta iniciativa en el año 2007. Lo hizo en 11 países: Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Etiopía, Eritrea y Yibuti.
De cara al año 2030, la meta impuesta es la restauración de 100 millones de hectáreas de tierras degradadas, el desarrollo de 10 millones de empleos verdes y la captura de 250 millones de toneladas de CO2.
Aunque al principio se presentó como una imponente barrera vegetal que aplacaba el avance del desierto, hoy la propuesta es mucho más amplia. Se focaliza en una perspectiva integral de desarrollo rural.
Busca recuperar tierras, conservar suelo y agua, respaldar la producción agrícola y ganadera y ayudar a las comunidades a adaptarse a la nueva realidad existente. Pese a los obstáculos que se han presentado a lo largo del tiempo, la Gran Muralla Verde de África ha evidenciado ciertos resultados positivos en ubicaciones específicas.
Resultados positivos de la Gran Muralla Verde de África
Entre los beneficios palpables de este proyecto de África encontramos la plantación de millones de árboles, junto con su correspondiente restauración de suelos degradados.
También han surgido prácticas de agricultura sostenible y gestión del agua (que mejoran la calidad del suelo y los medios de vida), instauración de técnicas innovadoras (como terrazas en forma de media luna y trincheras verdes que retienen aguas en zonas áridas) y reconocimiento internacional.
En el caso de Nigeria, la implementación anota un 50%, con más de 45 millones de plántulas generadas y alrededor de 12 000 hectáreas restauradas entre 2015 y 2024. En la One Planet Summit de 2021, se tomó el compromiso de otorgar 19 000 millones de dólares de financiación.
Es más, ya se han desembolsado 16 000 millones (más de 10 000 millones que nacen de la tierra), aunque todavía no resulta suficiente. La Convención de las Naciones Unidas de la Lucha contra la Desertificación (CNULD) estima que se necesita un mínimo de 33 000 millones de dólares para cubrir las metas impuestas.
Proyección de futuro de la Gran Muralla Verde de África
La Gran Muralla Verde avanza, pero a un ritmo lento y con desafíos por solventar, como una financiación insuficiente, una baja tasa de supervivencia de plántulas (por falta de riego o temporadas de lluvias débiles) e inseguridad en el Sahel (ocasionada por conflictos armados y atentados terroristas.
Ha conseguido generar un impacto positivo a nivel local, pero todavía está lejos de concretar los objetivos pronosticados para 2030.
Pese a las dificultades, la Gran Muralla Verde de África continúa siendo un símbolo de esperanza y resiliencia frente al avance del cambio climático y la desertificación. Si todavía quieres saber más sobre este proyecto, aquí ampliamos la información.















