En Italia ya están dejando de tirar colillas en el asfalto. El paradigma ha cambiado porque las están usando para algo mucho mejor. Desde que comenzaron a popularizarse los filtros en los cigarrillos, las colillas han pasado a ser uno de los residuos más abundantes y contaminantes del mundo. Según registra EcoInventos, se pronostica que este año se originarán alrededor de 9 billones de colillas por año.
Todo se ha tensado con la aparición de los cigarrillos electrónicos bajos en nicotina. Su consumo ha aumentado sobre todo entre jóvenes de entre 14 y 30 años. Esto ha ocasionado que la producción de desechos va en aumento. Producto de esto, existe una acumulación de residuos todavía más persistentes y complejos de tratar. Suelen depositarse de forma no apropiado en espacios naturales, bosques, medios acuáticos y un largo etcétera.
Los desechos que dejan son difíciles de degradar. Pueden tardar hasta 15 años en descomponerse. Además, está compuesto por sustancias tóxicas como nicotina, alquitrán y metales pesados. Llegan a filtrarse en los suelos y cursos de agua, perjudicando a ecosistemas enteros.
Carreteras hechas de colillas: una idea que podría cambiar la realidad en Italia y España
Debido a las toxinas mortales que las colillas dejan en el medioambiente, poner medidas de control es de carácter urgente. Ahí entra en juego una nueva técnica desarrolladora por investigadores de la Universidad de Granada (España) y Bolonia (Italia).
Se ha creado un sistema para reciclar colillas como aditivo en la elaboración de asfalto, más flexible, resistente y con menor huella ambiental. Frente al problema global que ocasionan las colillas, estos estudiantes han decidido ponerse en marcha.
Los expertos quieren reutilizar las colillas como aditivo para la construcción de carreteras. Se focaliza en el aprovechamiento de la parte no quemada de la colilla para fabricar pellets integrados en la mezcla asfáltica. Esta porción no quemada de la colilla es rica en fibras de celulosa y plásticos biodegradables como el PLA.
En contraposición, la parte quemada (cenizas y residuos de combustión) queda descartada en este proyecto debido a un menor valor técnico. La fabricación de los pellets se hace a través de un procedimiento industrial que tiene incluida una mezcla con ceras tipo Fischer-Tropsch, prensado, calentamiento y corte en frío.
Lo que resulta es un material que, al mezclarse con el asfalto caliente, libera fibras que fortifican la matriz del pavimento y se comportan como ligantes adicionales.
Beneficios del nuevo proyecto de España e Italia
Las ventajas van mucho más allá de la reutilización. Los experimentos efectuados en el Laboratorio de Ingeniería de la Edificación de la UGR (LabIC.UGR) ponen de manifiesto que los nuevos asfaltos tienen una resistencia mayor a las grietas, ya sea por cargas de tráfico como por contracciones térmicas.
Sumado a esto, las ceras usadas permiten bajar la viscosidad del betún. Todo esto significa temperaturas de fabricación más acotadas. Dicha modificación térmica engloba un ahorro energético considerable y una disminución directa en las emisiones de gases contaminantes.
Este aspecto es vital en el sector de la construcción vial. A lo largo de su historia, ha estado marcado con una tendencia intensiva en carbono.
Además, está la posibilidad de aumentar el porcentaje de material reciclado en el asfalto, reutilizando otros elementos además de colillas, como restos de firmes deteriorados, sin poner en peligro la calidad estructural.
Proyección de futuro de las carreteras hechas de colillas
Varios municipios europeos valoran la integración de este método en proyectos piloto de rehabilitación de carreteras urbanas, especialmente en zonas con elevados índices de contaminación y tráfico. De aplicarse esta tecnología a gran escala podrían eliminarse millones de colillas, aminorar la huella de carbono e impulsar una economía circular real.
Muy pronto las colillas podrían dejar de ser un problema para Italia, España y puede que todo el mundo. Aunque, por ahora, solo existe la posibilidad. Sería uno de los escenarios más esperados, sobre todo porque cada colilla puede contaminar 50 litros de agua.