La sobrepesca, combinada con una gestión pesquera deficiente, le está costando a la industria miles de millones de dólares al año, además de los subsidios a las grandes flotas pesqueras. Lo peor es que puede hacer que desaparezcan los peces más grandes y más viejos de una población. De esta forma solo quedarán los peces menos productivos y los más pequeños. De hecho, eso es un indicador claro de que una población está en declive.
Impacto ecosistémico de la sobrepesca
La sobrepesca también puede tener un impacto negativo en los ecosistemas, puesto que estos dependen de la conservación de un frágil equilibrio. Atacar un eslabón de la cadena alimentaria equivale a alterar a todo un ecosistema. Si se sobreexplotan los grandes depredadores (tiburones, túnidos, marlín, etc.), sus presas podrían proliferar sin su control natural y romper el equilibrio ecosistémico.
Y, por el contrario, si se sobreexplotan los peces que sirven de alimento a los grandes depredadores, estos desaparecerán por falta de alimento. El ejemplo de la disminución de los leones marinos de Steller en Alaska es significativo. Se ha atribuido en parte a la sobrepesca de sus principales fuentes de alimento, que son el abadejo, el bacalao y la caballa.
Cuando se trata de ecosistemas de arrecifes, estos también pueden verse comprometidos indirectamente por la sobrepesca. Cuando los peces herbívoros desaparecen, las algas que conviven con los corales se multiplican y corren el riesgo de invadir los arrecifes. Esto es especialmente peligroso si las aguas tienen un alto contenido de nitrógeno.
La proliferación de algas en cualquier ámbito puede bloquear el paso de la luz solar. Esto provoca la destrucción de las colonias que viven debajo. Su descomposición genera metano que es un gas de efecto invernadero muy peligroso. A este peligroso proceso se le llama eutrofización.
Por otra parte, además de la sobrepesca y las algas, hay ciertas modalidades de captura que resultan realmente nefastas. Desde la dinamitación, que está terminantemente prohibida, pero lamentablemente aún se practica de manera furtiva, hasta las redes de arrastre son nefastas para el medio ambiente donde se lleven a cabo. Por ello es fundamental regular, la cantidad y calidad de peces que se capturan y los métodos que se emplean para ello.
Situación actual y perspectivas de futuro
El hombre utiliza el mar para alimentarse, para comunicarse y, más recientemente, para arrojar allí sus desechos. Es innegable que en la actualidad los océanos están en peligro y que ya no son capaces de producir recursos pesqueros indefinidamente. Por eso es urgente encontrar alternativas que conformen a los pescadores, sin que por ello el medio ambiente deba pagar las consecuencias.
El objetivo podría ser frenar la sobrepesca y gestionar los recursos pesqueros de manera sostenible. De este modo se podría conseguir que las pesquerías fueran más productivas. Para lograrlo, se deben tomar acciones concretas. Y las mejoras deben partir del conocimiento, control, preservación y seguimiento de los recursos, fomentando la comunicación entre científicos y profesionales.
También es necesario el desarrollo de la gestión pesquera a escala internacional, así como el apoyo a iniciativas innovadoras en cuanto a la promoción de nuevas técnicas de pesca más selectivas. Estas perspectivas pasan necesariamente por nuevos métodos de gestión de los recursos haliéuticos y por un enfoque ecosistémico de la pesca. Además de por una mejora del sistema de comercialización global.
También se le debe ofrecer apoyo económico y sistémico a los países en desarrollo, para que la sobrepesca no sea un recurso necesario para conseguir la soberanía alimentaria nacional, algo que está pasando en muchísimos países del mundo. Aunque el ejemplo deben comenzar a darlo, las naciones más ricas del norte global.