Gracias a los grandes avances en reciclaje y energías renovables, hoy en día existen los edificios sostenibles, que nos ayudan a cuidar el planeta, pero ¿alguna vez habías escuchado sobre edificios que suden? Pues aunque suene muy extraño, en Singapur sí existen y acá te contaremos sobre ellos.
La llegada de la construcción sostenible
Mientras más desarrollado sea un país, más recursos necesita y eso termina trayendo grandes consecuencias económicas y ambientales, por ejemplo, la cantidad de recursos que se necesitan para construir y mantener un edificio es enorme, lo que termina generando grandes emisiones en nuestro planeta.
Sin embargo, con el fin de descubrir alternativas y reducir los impactos en nuestro entorno, se ha vuelto cada vez más popular la construcción sostenible, donde se busca que los edificios utilicen materiales más verdes y energía limpia.
Singapur es un gran ejemplo de esto, con una arquitectura muy innovadora que busca incluir la sostenibilidad en prácticamente todo, sin embargo tienen bastantes desafíos, especialmente debido a su clima cálido y húmedo que obliga a las personas a usar demasiado aire acondicionado.
La realidad del aire acondicionado
El aire acondicionado, es uno de los artefactos que más gastan energía a nivel mundial, incluso más que la IA, por lo que es muy importante encontrar alternativas para disminuir su uso, especialmente en los grandes edificios.
Pero, ¿qué pasaría si los edificios pudieran regular su temperatura? Basicamente que en vez de combatir el calor con aire acondicionado, regularan su temperatura de forma orgánica, como lo hacen los seres vivos y aunque esto suene una locura ahora es posible con los edificios que sudan.
El invento que hace sudar a los edificios
Resulta que un equipo de científicos en Singapur ha desarrollado una innovadora pintura que enfría superficies de manera pasiva y es tan ingeniosa que imita el mecanismo de sudoración humana, ofreciendo una alternativa de bajo consumo energético para combatir el calor.
La magia de esta pintura está en su capacidad para absorber agua y liberarla mediante evaporación, pues a diferencia de la mayoría de las pinturas reflectantes que repelen el agua, esta pintura intensifica su efecto refrigerante evaporando la humedad.
Está compuesta por una base de cemento con una estructura porosa que retiene el agua y refleja entre el 88% y el 92% de la luz solar, incluso cuando está mojada, lo que significa que la mayor parte de la radiación solar no se absorbe y por lo tanto el edificio no se calienta.
La pintura previene la formación de grietas y ayuda a mantener la humedad interna de las superficies por más tiempo, lo que prolonga su efecto evaporativo. Su resistencia a la decoloración asegura que su eficacia se conserve con el paso del tiempo.
Y por si fuera poco su impacto ambiental es mínimo y su composición única le permite mantener su blancura y reflectividad incluso después de años de exposición al sol y la lluvia, algo crucial para sea eficiente a largo plazo.
Los resultados son prometedores
Para validar su eficacia, el equipo analizó 3 casas, una pintada con esta pintura especial, otra con una pintura blanca convencional y la tercera con una pintura comercial de enfriamiento por radiación y evaluaron los resultados luego de 2 años.
Y resultó que solo la casa pintada con la nueva fórmula seguía manteniendo su blancura y funcionalidad, y consumía entre un 30% y un 40% menos de electricidad para refrigeración en comparación con las otras dos, demostrando el potencial de este invento.
Sin duda esta pintura ha llegado para facilitar la construcción sostenible, pues solo se necesita aplicarla en los edificios para ahorrar enormes cantidades de energía en sistemas de enfriamiento, lo que nos permitirá cuidar el planeta, los recursos y nuestros bolsillos, especialmente ahora que los precios de la electricidad están por las nubes.