En países en vías de desarrollo el acceso a servicios bancarios tradicionales sólo está al alcance unos pocos. Estudios confirman que hay regiones donde la bancarización apenas alcanza el 30% de la población. Estas naciones tienen necesidades financieras y demandan algún tipo de solución adaptada a sus propias características.
La respuesta viene de la mano de la tecnología; la clave está en llegar de una forma barata y fácil a aquellos segmentos de población que podrían considerarse en la base de la pirámide. Y eso se logra a través del teléfono móvil ya que en algunos mercados tiene una penetración superior al 100%.
Compañías de cualquier sector encuentran así una vía de contacto con un público hasta ahora inaccesible. En el caso de la banca los datos hablan por sí solos: mientras que en un país en vías de desarrollo hay 10 sucursales por cada 10.000 habitantes, mientras que en los países desarrollados hay 32. Esto también afecta, principalmente, a las compañías de telecomunicaciones, instituciones de microfinanzas y empresas supranacionales.
Por ello han aparecido sistemas que permiten a los usuarios almacenar dinero en sus teléfonos en lugar de en una cuenta bancaria. Además, estas iniciativas ofrecen muchas facilidades a los clientes ya que pueden enviar dinero a familiares, pagan cuentas, y en algunos casos hasta solicitar pequeños préstamos. La futura expansión de los smartphones será determinante, y ya se calcula que para el año 2020, la mayoría de personas contarán con uno de estos terminales.
Estos y otros sistemas disponibles en el mercado muestran cómo se ha puesto la tecnología al servicio de las necesidades de poblaciones en desarrollo y además representan un camino hacia la democratización de servicios financieros.