Una de las aspiraciones actuales de la ciencia consiste en crear modelos capaces de imitar el comportamiento de un ser humano. Para ello el paso más decisivo es el desarrollo de un sensor que pueda imitar el funcionamiento del órgano que más nos distingue de otras especies animales: el cerebro.
Son muchos los avances realizados con el objetivo de construir un modelo de cerebro humano o complementar a este órgano con dispositivos tecnológicos. Aunque pueda parecer una idea futurista propia de películas y novelas de ciencia-ficción, la ciencia ya ha logrado conectar con un dispositivo la información emitida por las neuronas.
Todavía queda un largo camino por recorrer pero ya existe un número significativo de entidades, públicas y privadas, que tienen prevista la implantación de chips u otros dispositivos tecnológicos en el cerebro humano para dentro de pocos años.
La propia Intel en 2009 hizo pública su investigación en este campo. Según la compañía para el año 2020 las personas podrán tener chips integrados dentro del cerebro. De esta forma no necesitarán ratón, teclado ni contacto táctil con una pantalla. Los usuarios podrán manejar un dispositivo electrónico sólo con pensar en la acción que quieren realizar.
Según señaló Dean Pomerleau, impulsor de la idea en Intel, se podría navegar por Internet sólo con el pensamiento. El chip implantado en el cerebro humano reconocería la actividad neuronal del mismo. Desde la compañía aseguran que para cada acción utilizamos una parte de este órgano. Logrando asociar la estimulación de cada porción cerebral con un deseo, se podría transmitir éste al dispositivo, que tendría la capacidad de procesarlo y dar la orden al ordenador o cualquier otro aparato.
Este proceso de captar las señales neuronales, convertirlas en datos y ser capaz de traducirlas en órdenes a dispositivos externos, constituye en esencia el objetivo de los avances en este campo. Phil Libin, CEO de Evernote, la aplicación para organizar contenido multimedia y documentos de todo tipo, ha expresado en alguna ocasión su propósito de implantar en el cerebro un chip para aumentar la memoria de los usuarios.
Esto que puede ser el sueño de muchos estudiantes – tener un chip en el cerebro en el que puedan almacenar la lección sólo con hacer una transferencia de archivos informático – Evernote lo ve como una extensión natural a sus funcionalidad actual como programa. Desde esta compañía siempre se han vanagloriado de ser como una “segunda memoria” para las personas, almacenando sus recuerdos en forma de imágenes y otros recursos.
De la teoría a la práctica
Dejando aparte las hipótesis e ideas en desarrollo nos encontramos con algunos proyectos más consolidados. Aunque no consistan en la introducción directa de un dispositivo en el cerebro sí contribuyen a impulsar formas de conexión entre la tecnología y este órgano.
Recientemente un equipo de la Universidad de Maryland desarrolló un método que ellos calificaron como “no intrusivo” para leer las ondas cerebrales de una persona. Se trata de un sensor que se acopla a la cabeza, pero sin necesidad de introducir ningún dispositivo a nivel subcutáneo.
Los investigadores señalaron que el sensor podría servir para conectar el cerebro a un ordenador u otros dispositivos electrónicos como prótesis robóticas y sillas de ruedas motorizadas. Las aplicaciones que esto puede tener en el terreno de la medicina serían muy valiosas.
El dispositivo creado por la entidad Mattel, MindFlex, también entra dentro de la categoría de sensores cerebrales que utilizan el pensamiento para emitir órdenes a aparatos electrónicos sin más intervención del ser humano. Éste es un ejemplo de chip sencillo controlado por la mente. El objetivo del instrumento no es más que un juego, pero supone un avance relevante. Con ayuda del aparato podemos controlar la velocidad de un ventilador, que a su vez mantiene levitando en el aire una bola de espuma de poliestireno.
Fijando la atención en modelos de chips intrusivos también se pueden encontrar algunos avances significativos. En la Universidad de Birmingham se están desarrollando unos implantes cerebrales que se despliegan en la parte de la corteza motriz del órgano, después de ser introducidos. El dispositivo tiene fines medicinales y está diseñado para ayudar a pacientes que tengan dificultades de tipo muscular para controlar aparatos electrónicos.
Aunque el tipo de sensor cerebral cuyo nombre nos resulte más familiar son los electrodos. Pero el uso que se les da a estos dispositivos aquí pasa por introducirlos en la masa encefálica. En la Universidad de Utha han juntado grupos de 100 unidades de estos sensores de un tamaño diminuto. El fin es aumentar la conexión del órgano central de las personas paralizadas.