Los suelos actúan como una despensa de nutrientes, fundamentalmente de nitrógeno, fósforo y potasio, que las plantas van extrayendo en cada momento en la cantidad que precisan. Pero
Realidad: Los fertilizantes inorgánicos no sólo no son perjudiciales sino que son beneficiosos para el medio ambiente. Su incorporación al suelo permite la producción de plantas fuertes y vigorosas, que en parte se incorporan después al suelo, aumentando su contenido de materia orgánica
Los suelos actúan como una despensa de nutrientes, fundamentalmente de nitrógeno, fósforo y potasio, que las plantas van extrayendo en cada momento en la cantidad que precisan. Pero, lógicamente, estos nutrientes hay que irlos reponiendo para evitar que se agoten, lo que se consigue gracias a la aportación de fertilizantes inorgánicos, que permiten aplicar los equilibrios y las formas nutricionales adecuadas para cada cultivo, facilitando una correcta dosificación.
Si los fertilizantes se usan adecuadamente no producen ningún deterioro medioambiental. Ahora bien, si los abonos se utilizan en exceso y en épocas inadecuadas, pueden en parte no ser asimilados por las plantas y los nutrientes no absorbidos ser arrastrados o filtrados por las aguas.
Uno de los objetivos prioritarios del Ministerio de Agricultura y de las empresas productoras y distribuidoras de fertilizantes es divulgar un uso racional y sostenible de los mismos. Porque, como dice Aldrich «el fertilizante que permite alcanzar una máxima eficiencia es el que, por otra parte, causa una mínima polución». Mediante la incorporación de fertilizantes inorgánicos se consigue mantener el equilibrio de los suelos. De ahí, que hay un doble beneficio en el uso racional de los fertilizantes: de tipo económico y medioambiental.