Más de cuatro siglos después, en 1929, el hijo del Gran Visir de uno de los últimos sultanes, un historiador que estudiaba los archivos del Imperio otomano, encuentra en el Palacio de Topkapi (Estambul)
Año 1501, costas de Valencia. Kemal Reis, almirante de la armada otomana, captura siete barcos españoles. En uno de ellos encuentra un extraño penacho con plumas y un marinero que asegura haber ido tres veces a unas tierras desconocidas bajo el mando de un tal Colón. En su mano tiene un mapa dibujado por ese hombre.
Más de cuatro siglos después, en 1929, el hijo del Gran Visir de uno de los últimos sultanes, un historiador que estudiaba los archivos del Imperio otomano, encuentra en el Palacio de Topkapi (Estambul) la tercera parte de un mapa dibujado en piel de gacela. El fragmento, que muestra las costas e islas del Nuevo Continente, viene firmado por un almirante turco llamado Piri Reis –Reis significa almirante–, el sobrino de Kemal, con fecha de 1513.
Desde entonces se han formulado muchas teorías sobre este documento, como que incluye una copia de un mapa dibujado por Colón, que es el registro cartográfico más antiguo de las Américas o el más preciso del s. XVI.
Otros más atrevidos aseguran que es demasiado exacto para su época, que incluye tierras que solo se descubrieron siglos más tarde y que, por lo tanto, demuestra la existencia de una civilización muy avanzada que vivió en la Antártida hace 10.000 años. Incluso que prueba la visita de extraterrestres.
Curiosamente la solución a todos estos enigmas la da el propio Piri Reis en su mapa, que tardó tres años en dibujar. Como cualquier científico moderno, el cartógrafo cita todas las fuentes utilizadas junto con numerosas explicaciones. De sus anotaciones se deduce que utilizó unos veinte mapas, el más llamativo de ellos “dibujado por Qulūnbū [Colón]”, en palabras del propio almirante.
“Lo más increíble es la enorme cantidad de nueva información que Piri Reis, que pertenecía a una potencia no exploradora, supo sintetizar al poco tiempo del descubrimiento de América. Es una primera muestra de inteligencia naval”, explica a SINC Steven Dutch, experto en cartografía y geología de la Universidad de Wisconsin (EEUU), ya jubilado.
Para Svat Soucek, autor del libro PiriReis and Turkish mapmaking after Columbus, aunque es un portulano típico de la época, tiene varias características que lo hacen singular: es obra de un turco –los habituales eran mallorquines, italianos o portugueses–; el autor se identifica y cita las fuentes; y, sobre todo, incluye parte de un mapa de Colón.
Esta y otras características hacen del mapa “uno de los más hermosos, interesantes, misteriosos y menos comprendidos de los que han sobrevivido a la era de los descubrimientos”, según Gregory C. McIntosh, autor del libro The Piri Reis Map of 1513.
Tras la batalla en Valencia, Kemal Reis envió al prisionero español con el mapa de Colón a su sobrino. Este, que no era otro que Piri Reis, utilizó los testimonios del esclavo y el documento para dibujar las nuevas islas y costas descubiertas por los españoles en el Caribe.
Un mapa dentro de otro mapa
“Aunque el almirante utilizó cartas más modernas, se negó a abandonar la evidencia del mapa de Colón que tenía”, aclara Soucek al comparar la mayor precisión de las costas de Sudamérica con los numerosos errores del Caribe.
Junto con los nombres dados a las islas, la mejor prueba de que la parte del Caribe se basa en un mapa dibujado por Colón está en Cuba. Colón creía que formaba parte del continente e hizo jurar a su tripulación que lo era, bajo pena de cortarles la lengua. Así aparece en el mapa otomano.
Además, La Española –isla que contiene la República Dominicana y Haití– presenta una extraña forma que se explica al compararla con Cipango, antiguo nombre de Japón. La forma de la isla es muy similar al archipiélago nipón tal y como se dibujaba en tiempos de Marco Polo. Para McIntosh, el carácter terco de Colón le llevó a intentar demostrar que había llegado a las Indias y a negar la evidencia. No obstante, también era conocido por su secretismo, y no se puede descartar que dibujara deliberadamente un mapa con estas características.
Hasta el hallazgo del mapa de Piri Reis, se ignoraba cómo Colón veía sus descubrimientos. “El registro más antiguo de los descubrimientos del Nuevo Mundo –un mapa hecho por Colón sobre 1495– se preserva en el mapa de Piri Reis de 1513”, concluye McIntosh. Resulta curioso que el único registro cartográfico de la hazaña se conservara en una biblioteca de Estambul durante siglos, gracias a la mano de un pirata otomano admirador de Colón.
Pero según Soucek, “ni a Piri Reis ni a su tío les habría gustado la palabra ‘pirata’. Ellos se veían como ghazis, guerreros santos que defendían el Islam y solo atacaban barcos y costas infieles”. Se trataba de corsarios al servicio del Imperio otomano, como lo sería más tarde Francis Drake en Inglaterra.
Para Soucek, caracteres como el de Piri Reis, “curioso, intelectual y práctico, podrían haber salvado al imperio Otomano y al mundo musulmán de caer en un estado de subordinación respecto a Occidente”.
Infravalorado por la república, ensalzado por Atatürk
“Los turcos se equivocaron al infravalorar la amenaza intelectual y económica de ‘infieles’ como los portugueses, en una época en la que Europa temblaba ante el poder otomano”, explica Soucek. “El valor de Piri Reis reside en su curiosidad intelectual y en la capacidad de absorber nuevas culturas y descubrimientos y hacerlos accesibles para sus compatriotas”.
Irónicamente, el trabajo de Piri Reis, donde recomendaba al sultán Solimán el Magnífico expulsar a los portugueses del Mar Rojo, fue su perdición. Solimán le puso al mando de una flota con este objetivo, y el fracaso le costó la cabeza al octogenario almirante en 1554. Las intrigas palaciegas tan habituales en la corte otomana hicieron llegar a oídos del sultán que había huido para salvarse a sí mismo y a los tesoros acumulados durante sus días de pirata, tesoros que a día de hoy continúan en el palacio de Topkapi.
Su ejecución confirma lo infravalorado que este hombre del Renacimiento estuvo en vida. Atatürk, líder del nuevo renacimiento turco, entendió rápidamente su valor y lo ascendió al lugar que merecía como ejemplo, y motivo de orgullo y de respeto. Hoy día Piri Reis y su mapa son un símbolo nacional que aparece en los billetes desde 1980.