«Los resultados son emocionantes», comenta Carlos Caldas, del Instituto de Investigación del Cáncer del Reino Unido. «Se ha identificado un nuevo gen de uno de los cánceres de mama más difíciles de tratar», una información, añade, que aportará una información clave para la toma «de decisiones clínicas y las opciones de tratamiento», además de que posibilitará la «búsqueda de nuevos tratamientos dirigidos».
La investigación, realizada en células humanas y de ratón, ofrece una nueva vía para el diseño de tratamientos específicos para este tipo de tumor agresivo. «Hemos visto que el gen BCL11A se encuentra sobreactivado en aproximadamente ocho de cada diez pacientes con cáncer de mama de tipo basal y que su presencia se asociaba con un grado más avanzado del tumor. Además, en los casos en que se fabricaron nuevos copias del gen BCL11A en el cáncer, disminuyeron las posibilidades de supervivencia del paciente», señala Pentao Liu, del Instituto Wellcome Trust Sanger.
El equipo analizó los tumores de mama de casi 3.000 pacientes. Su búsqueda tuvo un enfoque particular: examinaron los cambios en los genes que afectan el comportamiento de las células madre y de los tejidos en desarrollo, debido a que otros estudios previos sugerían que dichos genes, cuando mutan, a menudo pueden conducir el desarrollo del cáncer. Entre éstos se encontraba el BCL11A. «Nuestro trabajo muestra claramente al gen BCL11A como un nuevo controlador para los cánceres de mama triple negativo», asegura Walid Khaled, de la Universidad de Cambridge.
DESACTIVAR LOS GENES
Además, los investigadores han demostrado que la suma de un nuevo gen activo BCL11A a las células mamarias humanas o de ratón hacía que éstas se comportaran como las células tumorales. «Asimismo hemos visto que cuando se reducía la actividad de BCL11A en las muestras de células de cáncer de mama triple negativo humano se perdían algunas características de las células cancerosas y éstas eran menos tumorigénicas. Es decir -explica-, a mayor actividad de BCL11A, mayor comportamiento similar al cáncer, y viceversa». De hecho cuando se inactivó el gen en ratones, éstos no desarrollaron tumores en la glándula mamaria, mientras que todos los animales no tratados sí lo hicieron.
«Los resultados son emocionantes», comenta Carlos Caldas, del Instituto de Investigación del Cáncer del Reino Unido. «Se ha identificado un nuevo gen de uno de los cánceres de mama más difíciles de tratar», una información, añade, que aportará una información clave para la toma «de decisiones clínicas y las opciones de tratamiento», además de que posibilitará la «búsqueda de nuevos tratamientos dirigidos».
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