Las mejoras de las tecnologías térmicas utilizadas para su aplicación se dirigen a mejorar su eficacia y optimizar la relación de costes mediante procesos productivos más sostenibles.
Los tratamientos térmicos destruyen los microorganismos patógenos que pueden alterar o dañar los alimentos envasados, incrementan la vida útil del alimento y contribuyen en muchos casos a aportar las características sensoriales deseadas en los mismos. Son por tanto una herramienta imprescindible para asegurar la calidad y la seguridad de los productos alimenticios.
Las mejoras de las tecnologías térmicas utilizadas para su aplicación se dirigen a mejorar su eficacia y optimizar la relación de costes mediante procesos productivos más sostenibles. Pero las tendencias más innovadoras, además de buscar la máxima eficacia en seguridad y estabilidad alimentaria, se dirigen a la aplicación de nuevas tecnologías de conservación más respetuosas con las propiedades sensoriales y nutricionales de los alimentos no procesados, que consigan una mayor satisfacción en los consumidores.
Alcanzar la estabilidad microbiológica, al tiempo que se minimizan las mermas en la calidad organoléptica y nutricional del alimento envasado, muestra además de un compromiso con el consumidor, una importante ventaja competitiva.
Para ayudar a las empresas a adaptar los tratamientos térmicos a los posibles cambios que se produzcan en los procesos productivos, así como a vigilar su eficiencia, AINIA ha programado la cuarta edición del curso práctico presencial sobre tratamientos térmicos de alimentos envasados.
Se trata de un programa creado a medida por AINIA para la formación de los profesionales del sector alimentario que aportará al alumnado las claves sobre los tratamientos térmicos de conservación, trabajando de manera práctica los aspectos relacionados con la elaboración de productos envasados pasteurizados o esterilizados.
Los asistentes conocerán los criterios microbiológicos aplicables y se familiarizarán con la instrumentación y sistemática empleadas en la monitorización y evaluación de los procesos térmicos para asegurar la calidad y estabilidad del alimento.