Cada dispositivo digital es una aparato electrónico que recibe y procesa datos, con el objetivo de convertirlos en información útil para su usuario. A día de hoy están presentes en diferentes ámbitos de la vida cotidiana. Sirven para hacer varias tareas de forma simultánea o una a la vez, como es el caso de navegar por internet, ver televisión o escuchar música.
El desarrollo cognitivo implica la evolución de las capacidades de los niños de pensar y razonar. Este crecimiento se presenta de distintas maneras y en diferentes edades según el estimulo recibido y las capacidades propias de cada individuo, además de la incidencia de otros muchos factores.
¿Qué pasa con los dispositivos digitales?
Un equipo científico formado por investigadores procedentes de varias universidades nacionales e internacionales ha analizado de forma exhaustiva la relación entre el uso de dispositivos digitales y el desarrollo cognitivo en la infancia, ofreciendo una síntesis integral del conocimiento actual.
A través de una búsqueda rigurosa en bases de datos académicas, en el trabajo se han analizado los efectos positivos y negativos de las tecnologías digitales en funciones cognitivas, desarrollo cerebral y resultados conductuales. En el mismo, se destacan mecanismos psicológicos y neurofisiológicos que explican cómo estos dispositivos influyen en el cerebro, particularmente en el control cognitivo y la toma de decisiones.
En la investigación que se ha llevado a cabo ha participado Ismael Martínez Guardado, miembro del Grupo de Investigación del Laboratorio de Fisiología del Esfuerzo de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). También han formado parte del equipo de trabajo investigadores de la Universidad Europea, la Universidad de Nebrija y la UNIE, así como la colombiana Universidad de la Costa (CUC).
Las conclusiones del estudio muestran que el impacto del uso de dispositivos no es uniforme, ya que factores como edad, género y nivel socioeconómico pueden modular sus efectos. Por ejemplo, mientras ciertas tecnologías pueden mejorar funciones ejecutivas y el rendimiento académico al fomentar la participación y motivación de los estudiantes, su uso desmedido puede generar distracciones, afectar el enfoque y reducir el rendimiento.
Aislamiento o empatía
Otros efectos negativos incluyen la disminución de la atención sostenida, interrupciones en los patrones de sueño y, en casos extremos, comportamientos disruptivos. Por otro lado, en cuanto a la cognición social, se observa una dualidad: los dispositivos digitales pueden favorecer la colaboración y la empatía, pero también pueden provocar aislamiento social y dificultades en la interacción cara a cara.
Además, el uso excesivo de medios digitales puede obstaculizar habilidades como el lenguaje y la resolución de problemas, mientras que un uso controlado e intencionado puede fomentar la creatividad y habilidades cognitivas específicas. El trabajo también resaltó la importancia del contenido digital y la mediación parental. El involucramiento de los padres, junto con interacciones de calidad, resultan fundamentales para moderar los impactos negativos y potenciar los beneficios educativos de la tecnología.
En conclusión, “los dispositivos digitales ofrecen oportunidades valiosas para el desarrollo cognitivo y educativo, pero su uso debe ser cuidadosamente regulado para evitar efectos adversos en el desarrollo cognitivo, psicológico y social de los niños. Sin embargo, se requiere más investigación para comprender a largo plazo sus impactos y para formular directrices que promuevan una integración saludable de la tecnología en la vida infantil”, indican los investigadores.