Nuestro país se caracteriza por tener una extensión muy amplia de tierras dedicadas a la producción de alimentos ecológicos, que, además, no para de crecer. Por otro lado, aun siendo los que más producimos, no somos los mayores consumidores, ni de lejos.
De hecho, los españoles hasta hace unos años reconocían que podría haber ventajas en el consumo de alimentos ecológicos. Pero los consideraban muy caros y no se decidían a adquirirlos. Aun a día de hoy la mayor parte de la producción de alimentos ecológicos españoles se exporta. Aunque cada vez más el mercado interno está comenzando a requerir productos bio, ecológicos, veganos u orgánicos.
Probar los alimentos ecológicos y comprobar sus cualidades
La realidad es que algo ha cambiado en España. En los últimos años, ha habido un vuelco decidido hacia lo ecológico y lo saludable. Los españoles están comenzando a valorar que comer algo que no tiene elementos químicos, es de cercanía y carece de agentes contaminantes es una buena elección, especialmente para la salud.
Las encuestan destacan que más del 76% de los españoles reconoce que ha probado alguna vez los alimentos ecológicos. Y la enorme mayoría los ha encontrado más sabrosos y está convencido de hacer algo positivo por su salud y la del planeta al consumirlos.
Una vez superada la moda tras el marketing de los superalimentos, lo que ha quedado claro es que comer sano es la mejor de las opciones. Y un porcentaje mayoritario de los españoles reconoce que los alimentos ecológicos, de temporada y cercanía son mucho más baratos y tienen un mejor sabor. También valoran los etiquetados, que les permiten elegir mejor lo que compran. Ya sea porque haya una mayor claridad en los contenidos. Como por las certificaciones que destacan cualidades, orígenes, trazabilidad, etc.
¿De aquí o de allá?
Esa es una de las grandes incógnitas que tiene los españoles a la hora de comprar alimentos ecológicos. Y está claro que no hay como lo que cosecha el vecino. Pero muchas veces se vive en zonas que son aptas para ciertos cultivos y no para otros.
Lo que hay que saber es que cuanto más lejano sea el origen de los productos que se compran, mayor será la huella ecológica de los mismos. Y como esta incide directamente en la de los consumidores, la de quien los compra se disparará.
Así que no es lo mismo para alguien que vive en España, consumir un producto cultivado a unos cientos de kilómetros de su casa, que optar por otro que proviene del otro lado del mundo, ha venido en avión y ha generado ingentes cantidades de CO2.
Muchos españoles se quejan de que los etiquetados no siempre tienen en cuenta este tema. Es decir, que no valoran la huella de carbono global de cada producto. Si no que simplemente se limitan a catalogarlos como alimentos ecológicos, orgánicos, etc.
Por lo que es común encontrar en los lineales de un supermercado y hasta en un comercio especializado aguacates de México o bananas de Colombia que tiene etiquetas que los catalogan como bio. Pero que no pueden considerarse sostenibles por los gases de efecto invernadero que se emitieron solo en su traslado.
Cada vez más
Las encuestan dejan claro que la idea de los españoles es consumir cada vez más alimentos ecológicos. Que rechazan mayoritariamente lo transgénico. Y que les parece destacable que la oferta de alimentos sanos de origen local y nacional sea cada vez mayor y más variada.
Por otra parte, aún consideran que los precios de los alimentos ecológicos son altos. Pero lo que ha cambiado es el concepto. Antes les parecían caros, ahora los consideran costosos. Es decir, que valoran sus ventajas, aunque a veces les cueste adquirirlos simplemente por un tema de economía familiar.
Lo que está claro es que cuanto mayor sea la demanda de alimentos ecológicos, más accesibles serán los precios. Y que hay que ser cuidadoso para no caer en el greenwashing ecológico. No porque algo digas que es orgánico o que es sano, realmente cumple con las mínimas características para serlo. Consumir con responsabilidad es tarea de todos.