Con estas ventajas se incrementa la seguridad alimentaria y mejoran las condiciones de vida de las familias participantes, destaca la FAO.
Estas familias están organizadas en 12 grupos y están conformadas en un 70 por ciento por mujeres. Ellas fueron capacitadas en la técnica del bioabono como el biol y compost para luego conformar canales de venta, generándose alternativas reales de trabajo e ingresos económicos adicionales.
Con estas ventajas se incrementa la seguridad alimentaria y mejoran las condiciones de vida de las familias participantes, destaca la FAO.
Precisa que la búsqueda de mecanismos alternativos para la lucha contra los efectos del cambio climático en las zonas altoandinas llevo a un grupo de organizaciones a la utilización de bioabonos, que contribuyen de forma eficaz al mejoramiento de la producción y productividad de los cultivos.
Afirma que son varias las familias que han experimentado en sus cultivos los beneficios que ofrecen estos biofertilizantes, que se obtienen a partir de la optimización de los recursos locales y son de fácil adopción.
Según la FAO, estas organizaciones reforzaron su estructura y conocimientos para la gestión sostenible de la agrobiodiversidad y los agro ecosistemas andinos con el apoyo del proyecto Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam), implementado por la FAO en el Perú y el Ministerio del Ambiente en las regiones de Cusco y Puno.
Hernán Mormontoy, coordinador del proyecto en la región Cusco, afirmó que «el uso de los bioabonos en los suelos mejora la fertilidad y capacidad productiva, en los cultivos se produce un incremento en los rendimientos y producción de alimentos (cultivos de pan llevar, hortalizas, otros), se presenta como una respuesta eficaz ante los efectos del cambio climático, incrementa los ingresos económicos de quienes las producen y utilizan, y como resultado garantiza la seguridad alimentaria de sus familias».
Añadió que las organizaciones campesinas que forman parte de este proyecto han logrado producir una media de 30 litros de Biol por familia, comenzando a aplicarlo en sus cultivos, huertos familiares con resultados visibles o comercializando el producto en ferias de la agro biodiversidad locales con ingresos económicos, siendo los principales compradores las municipalidades distritales.
Mormontoy enfatizó también que mediante esta actividad se está fomentando la asociatividad de grupos campesinos, promoviendo el empoderamiento de la mujer, el emprendimiento de iniciativas productivas y aportando mecanismos eficaces para mitigar los efectos del cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria de familias campesinas en situación de alta vulnerabilidad.
Por su parte, Valentina Avilés Tapara, presidenta del grupo organizado del sector Maucau de la comunidad de Pampacorral expresó su satisfacción con el proyecto Sipam y la metodología de capacitación empleada.
«Con todo lo que hemos aprendido y reflexionado, nos hemos dado cuenta que las mujeres individualmente y de manera organizada podemos hacer muchas cosas buenas que beneficiarán y ayudarán a mejorar nuestra situación y condición de vida», manifestó.
Por último, la FAO manifestó que el proyecto Sipam (Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial) tiene como objetivo revalorizar sistemas agrícolas ancestrales de alta montaña en las comunidades campesinas alto andinas, como base para la conservación de la agro biodiversidad y la preservación de los conocimientos que sustentan las tecnologías tradicionales.
El proyecto Sipam ha sido ejecutado por la FAO y el Ministerio del Ambiente, con la participación de los municipios de Lamay y Lares, San José, Azángaro, Acora y los gobiernos regionales de Cusco y Puno.